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Encuestas deben reglamentarse

La encuesta sobre intención de votos que viene divulgando el diario Última Hora, ordenada  a una consultora hasta ahora desconocida en el ámbito político y a la firma Ibope, cuya propietaria es pariente y admiradora del senador Mario Abdo Benítez, ha generado posiciones a favor y en contra de que dicha actividad sea objeto algún tipo de fiscalización por parte de organismos del Estado. En lo que a nosotros respecta, no hemos encontrado un solo argumento de peso para rechazar la aplicación de mecanismos de control a dicho servicio, que con el correr del tiempo fue prostituyéndose de manera sostenida, hasta convertirse en lo que es desde hace algunos años: Un recurso de campaña destinado a engañar a los ciudadanos por medio de la manipulación alevosa de los resultados, que el día de los comicios terminan siendo radicalmente distintos. Estamos pues ante una vulgar estafa al electorado, a la que hay que ponerle fin cuanto antes.

El referido sondeo resulta anecdótico y hasta podríamos tomarlo con cierto sentido del humor. En este caso ocurre que el “asesino”, por iniciativa propia, se encargó de dejar sus huellas en toda la escena del crimen, al afirmar, torpemente por cierto, quesi las elecciones fueran hoy “Marito” ganaría prácticamente por “walkover”. A éste le adjudica nada menos que el 61,4% de las preferencias, frente a un “Santi” Peña con nulas chances, al que le otorga un escuálido 37%. Y más torpe aun cuando “mide” la intención de votos para el Senado, poniendo al frente y por amplio margen al que “logró” mandar a la llanura a la ANR después de ejercer el poder durante sesenta años, Nicanor Duarte Frutos, con el 31%, en segundo lugar al sindicado de ser uno de los principales artífices de la traición, Luis Alberto Castiglioni, con 27%, en tercer lugar a “otros” y recién en cuarto lugar a Horacio Cartes, a quien apenas le signa el 14%, solo un punto por encima de Juan Afara.

El problema radica en que no se trata de un hecho aislado, un simple “error de cálculos” a la hora de sumar los guarismos, que contrasta con estudios anteriores en los que dieron “en el clavo”. No. Es una constante por parte de esa y otras encuestadoras, a las que frecuentemente recurren Antonio J. Vierci y Aldo Zuccolillo para promocionar a los candidatos que son de su preferencia e intentar hundir a aquellos que quieren borrar del escenario.

Como muestra basta un botón. En vísperas de las elecciones para renovar las autoridades de la ANR, en el año 2015, Última Hora publicó una encuesta realizada por Adolfo Grau, otra de las consultoras que se desenvuelven en este ámbito. Para la presidencia de dicho partido, “Marito”aparecía 15% arriba de Pedro Alliana y solamente perdía por muy poco en los departamentos de San Pedro y Paraguarí, por lo que la supremacía electoral era presentada como un hecho “casi irreversible”. Pues bien, los resultados después fueron los que todos conocemos. El líder de “Añetete” recibió entonces una fenomenal paliza.

Esto no puede continuar. Es una falta de respeto o, peor, un fraude a todo el electorado, al que de exprofeso se la hace consumir “carne podrida”. Entonces, ¿Por qué no reglar las labores de las consultoras, para que cumplan con todos los requerimientos técnicos a los fines de realizar una encuesta seria? ¿Por qué no calificar su credibilidad, en función a los pronósticos que formulan y los resultados que arrojan luego las urnas, de manera a que el ciudadano sepa cuales merecen confianza, en qué grado, y cuáles no?

Mientras eso no ocurra, todas las encuestas seguirán siendo un instrumento electoralista y, por tanto, esencialmente mentiroso, al que no hay que llevarle el apunte, salvo para burlarnos de los sistemáticos desaciertos de sus autores.

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