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Entre el circo y la tragedia

La vida en CDE transcurre entre el circo y la tragedia. No por su pueblo, que se caracteriza por ser extremadamente laborioso, ni por carecer de potencialidades para volver a ser la pujante capital departamental que fuera en el pasado, sino por tener a su frente a autoridades que se valieron del cargo para aumentar su patrimonio a la velocidad de un rayo, dejando de lado los intereses de la ciudad y su gente. Esa es la parte trágica. La circense es la forma “kelembu” en que se planteó la intervención de la Municipalidad. Un concejal sentado en el suelo a la entrada del Congreso, rodeado de carpetas con denuncias; otro que abandonó la audiencia mantenida con diputados, molesto por las preguntas que le hicieron, y un abogado que sin tener vela en el entierro hizo gala de una bajeza sin igual durante el encuentro, son algunas muestras de la falta de seriedad de quienes promueven la intervención. Nada de esto exime de responsabilidad a los administradores de la comuna, que deben responder por los hechos de corrupción que se les endilga y que, de ser comprobados, ameritarían la destitución de la intendente Sandra McLeod de Zacarías. Pero los que se alistan para reemplazarla, hay que ser claros, están a años luces de ser lo que se merecen los celesteños.

Guardando las diferencias, a Ciudad del Este le ocurre, en pequeño, algo parecido a lo que acontece en el Brasil. El Ejecutivo municipal viene sufriendo un notorio proceso de desgaste político, cuestionado por sectores cada vez más amplios de la comunidad y denunciado reiteradamente por los actos ilícitos en los que habría incurrido.

En la vereda de enfrente aparecen personajes como Juan Carlos Barreto, Celso “Kelembu” Miranda y hasta Paraguayo Cubas, quien pretende ganar protagonismo a cualquier costo. El primero había sido destituido de la intendencia por cargos de corrupción, detectándose un faltante de 25.000 millones de guaraníes en las arcas municipales. Hasta sus gastos de lavandería y envío de flores pagaba de la “caja chica”. El segundo no alcanza el rango de payaso, porque este divierte y aquel causa vergüenza ajena. Y el tercero es casi inimputable, como lo demostró en su intervención en la comisión de Diputados encargada de estudiar el pedido de intervención.

La participación de Cubas merece una consideración. Ni él ni nadie puede andar por la vida voceando a las personas, como lo hizo en la referida audiencia con un diputado, al afirmar que habría que sacarle de la Cámara “a guachazos”, tal como antes hizo con el jefe de Policía del Alto Paraná. A éste último por “gordo”, al diputado por “homosexual” y “pedófilo”, aunque no se atrevió a revelar su nombre y denunciarlo formalmente por abuso de menores, que es lo que correspondería, en lugar de actuar de manera irresponsable y discriminatoria.

La comparación de CDE con el caso brasileño no es arbitraria ni casual. Al PT se lo está desalojando del poder porque sus “cuadros dirigentes” están metidos hasta el pescuezo en el latrocinio cometido desde la Petrobras, conocido como “Lava Jato”. ¿Y sus sucesores? Son iguales o peores, comenzando por el presidente interino, Michel Temer, y siguiendo por la mayoría de los diputados y senadores de su partido, ahora en función de gobierno.

En Ciudad del Este, de confirmarse los cargos contra la actual administración municipal, la situación no sería muy distinta. La disyuntiva que se le plantearía a la población sería elegir “entre la sartén y el fuego”, pues en cualquiera de los casos se terminaría quemando.

Así, el circo y la tragedia parecen haberse apoderado de la capital altoparanaense, y esto no cambiará hasta que surjan nuevos actores políticos y sociales, sin los vicios de los actuales, que irrumpan en el escenario para aportar honestidad y transparencia a la gestión pública, tal como exige las circunstancias del presente.

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