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El poder del presidente islamo-conservador Recep Tayyip Erdogan se reforzó este domingo en Turquía con el nombramiento de un aliado suyo, Binali Yildirim, como líder del partido gobernante y nuevo primer ministro. Mientras que sus detractores están preocupados de ver a Erdogan reforzar todavía más su poder, que lo acusan de llevar a cabo una deriva autoritaria.
ANKARA.- La principal misión del próximo jefe de gobierno será, según los observadores, llevar a cabo el proyecto de reforma constitucional de Erdogan, para convertir Turquía en un régimen presidencial.
El actual ministro de Transportes, Binali Yildirim, de 60 años, es el único candidato en el congreso extraordinario del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), por lo que no se dieron sorpresas durante la votación del domingo por la tarde.
Tras su designación el jueves como candidato a dirigir el AKP, Yildirim aseguró que no mantendría diferencias con el jefe de Estado. “Trabajaremos en armonía total con todos nuestros camaradas del partido a todos los niveles, comenzando por nuestro presidente fundador y líder”, defendió.
Yildirim sucederá al frente del partido y del gobierno a Ahmet Davutoglu, quien destacó por su actuación moderada como canciller turco y que dimitió como primer ministro por las crecientes tensiones con Erdogan.
En un discurso de despedida en el que hubo una pizca de rencor, Davutoglu reafirmó que su partida no era producto de su “elección”, pero destacó que “nadie es irremplazable en este movimiento” y lanzó un mensaje de unidad.
Ministro de Transportes casi sin interrupción desde 2002, Binali Yildirim ha sido el artífice de los faraónicos trabajos de urbanización impulsados por Erdogan.
Los miles de kilómetros de autovías, el tercer puente entre las orillas asiáticas y europea de Estambul o el tren de alta velocidad son algunos de los trabajos llevados a cabo por este ingeniero naval, nacido en 1955 en Erzincan (este).
El nuevo ejecutivo tendrá la marca de Erdogan, que siempre ha controlado el partido que fundó en 2001, aunque como presidente de Turquía su papel debería ser neutral.
La llegada al frente del gobierno de un hombre muy leal al presidente le permitirá a este último asentar su autoridad sobre el ejecutivo y poner fin al gobierno de Davutoglu, con quien mantuvo diferencias especialmente respecto al conflicto kurdo y la manera de negociar con la Unión Europea la crisis migratoria.
La perspectiva de ver a Erdogan reforzar todavía más su poder preocupa a sus detractores, que lo acusan de llevar a cabo una deriva autoritaria. Y la última decisión de los parlamentarios turcos apunta a esta polarización creciente en la sociedad turca.
El parlamento aprobó el viernes, a propuesta de Erdogan, retirar la inmunidad a los diputados prokurdos, en un momento en que el país vive al ritmo de los sangrientos combates entre las fuerzas de seguridad y los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Erdogan, que defiende la política de mano dura contra los rebeldes kurdos, no deja de repetir que no hay “ninguna diferencia” entre los “terroristas que portan armas” y aquellos que difunden “propaganda terrorista”.
