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Es posible un nuevo país rico y sin mendigos

Por: Telmo Ibáñez
Por: Telmo Ibáñez

Se suma a la soja y la carne, la mandioca como uno de los principales productos de exportación de nuestro país para alimentar al mundo. Con estos tres productos en el país no puede haber ni un solo niño mendigo, solo resta planificar y democratizar la distribución de la abundante riqueza que se evidencia en las estadísticas.

Nuestro país últimamente mejoró sus ingresos, principalmente con la producción récord de la mandioca, soja y carne; sin embargo, a nivel nacional y más aún en el interior se agudizan las críticas por el bajo ingreso económico, estos comentarios colisionan con las estadísticas.

Para los críticos no se observa ni el más mínimo mejoramiento en la calidad de vida, pero los analistas económicos subrayan que somos cada vez más ricos, pero pareciera que la riqueza no llega al pueblo campesino, de donde proviene por ejemplo la mandioca y medianamente de acuerdo a la agresividad de éstos la soja y la carne.

A partir de la implementación de una gran variedad de programas denominados de complemento nutricional, encarados con rubros por el Ministerio de Educación y Cultura, los gobiernos departamentales y los municipios, pareciera que éstos carecen de seriedad y de diagnósticos efectivos o pragmáticos.

Tanto en la merienda como en el almuerzo escolar la distribución de los alimentos se realizan por la cantidad de alumnos matriculados, muchas veces con números ficticios, en otras sin discriminar la verdadera necesidad de los alumnos de las respectivas instituciones. No todos necesitan del complemento nutricional, por el contrario hasta requieren de una moderada planificación alimentaria para evitar la obesidad.

No es igual la necesidad de alumnos de instituciones educativas de la periferia y la zona rural con los de escuelas privadas o subvencionadas, que reciben las mismas asistencias nutricionales, un capítulo especial se debe desarrollar en la zona rural, donde las entidades públicas y privadas deben encarar programas para enseñar a consumir, verduras y frutas, así como su previo cultivo para un efectivo aprovechamiento.

Si se encaran seriamente los programas de complemento nutricional, en nuestro país no pueden existir tantos niños desnutridos y con ello mejorará la salud y la educación de éstos que se sustentan en una buena base  alimenticia, característica histórica que se valoran en los textos históricos, a su vez podrán asegurar un futuro para vivir dignamente.

No se debe separar el programa de complemento nutricional y mucho menos en el sector rural, con la prevención de enfermedades desde la parasitosis, bronquiales y estomacales con la elaboración de medicamentos naturales que abundan en el campo.

Así como exportamos en gran escala la soja, la carne y la mandioca, son fáciles de adquirir en la zona rural coco, maní, chía, sésamo y el Ka’a He’ê o miel de abeja como la de caña de azúcar. La leche vacuna como caprina, así como los productos frutales en especial los cítricos que se pudren en las fincas que previenen las enfermedades bronquiales que abundan en el invierno.

Por un lado los escolares podrán recibir una alimentación ideal y sus padres importantes recursos económicos para revertir la difícil situación que alegan y en poco tiempo podremos hablar orgullosos del nuevo Paraguay, con una población satisfecha y sin mendigos en la vía pública.

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