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Estamos un poco más lejos…

ASUNCIÓN (José María Troche).– Las matemáticas y el fútbol no se llevan de la mano. Si bien es muy cierto que los puntos se suman y se restan, de a uno o de a tres, pareciera que estamos en la misma posición que antes de la debacle ante Perú, pero en realidad estamos un poco más lejos que el séptimo lugar que ocupamos y del que no nos movimos.

A esta altura de la competencia los que se escaparon y es difícil alcanzarlos al menos para nosotros, son Brasil y Uruguay. Pero los demás, al amparo de los resultados registrados que fueron todos favorables a nuestras aspiraciones, la distancia máxima es apenas de tres puntos. Sí, tres puntos. Los mismos que perdimos ante Perú y que nos dejaron varados  en la misma posición, pero con menos partidos de locales de ahora en adelante.

La situación no es muy diferente y aunque la paliza que nos encajó Perú es más dolorosa que una patada en el estómago, o más abajo, hay que decir que las cosas no han cambiado mucho. Colombia, Ecuador y Chile siguen siendo nuestros rivales directos y contra los tres tenemos que jugar todavía pero solo contra Ecuador en nuestra casa. La mala noticia es que formamos parte de un grupo de 4 equipos que pelearán por dos lugares ya que estamos convencidos de que Argentina entrará, a cualquier precio, en el grupo de los cuatro clasificados directos.

Pero como ya lo dijimos antes, ayer y lo volvemos a repetir ahora: de nosotros depende. De nada servirá que los demás nos vayan limpiando el camino si nosotros no somos capaces de aprovechar dichas ayudas que se van presentando. Me cuesta entender cómo un  entrenador que ya tiene rodaje internacional, que ya tropezó con la misma piedra vuelve a caer en errores tácticos elementales. Con Santander lesionado, la primera opción era Roque. Y no apareció. Y el equipo se desmoronó porque le sacamos a los grandotes de Perú el incordio que significa pelear con un “Ropero” que les ganó las pocas veces que se enfrentaron mano a mano.

Y menos mal que San Diego Barreto estuvo en su día porque esto hubiera sido catastrófico de otra manera. Y San “Pikicho” nos dio una mano, mandando al palo dos pelotas de gol.

¿Alguna vez entenderemos que jugar rápido no es correr como locos por toda la cancha? ¿Quién le dijo a Moreira que su primera función era atacar y quedarse a tomar tereré con los defensores contrarios? Moreira tiene un problema mental: lo inventaron como lateral derecho pero tiene alma de wing, de los de antes, de los tipo Charlie Isasi, Roberto Cino, Pedro Bareiro, Lorenzo Jiménez. Entonces, ¿para qué lo queremos en el equipo? ¿Para atacar o para defender?

Ataca más o menos, pero defiende muy mal. Tres de los cuatro goles fueron facilitados por su erróneo trabajo.

Pero basta de llorar sobre la leche derramada. No ganamos nada con ello, pero la tarjeta de crédito ilimitada que tenían el equipo y el cuerpo técnico comienza a agotarse. No sé qué va a pasar en Bolivia. Lógico que ocurra, como debió ocurrir en Córdoba, es que gane el local. Pero esta Selección Paraguaya tiene cosas rarísimas. Una de ellas es resucitar cuando la creemos muerta. Y eso hay que destacarlo. Y en una de esas, toda la bronca que nos dio la derrota ante Perú se convierta en infinita alegría en los altos de La Paz.

Si nosotros somos así: de la euforia a la desesperación, de la muerte a la resurrección. El jueves morimos. Ojalá que el martes resucitemos…

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