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Están en “otra”

Hace tiempo que los partidos políticos se vaciaron por completo de contenido doctrinario y programático, para convertirse en aparatos o maquinarias que funcionan cuando se aproximan las elecciones, sean estas internas o generales. Fuera de esas épocas, “brillan” por su ausencia. Sus cúpulas, llámense Junta de Gobierno, Directorio, Conducción, Comité Central o como fuere, se reúnen para cualquier cosa, menos para abordar aquellos temas que son de interés nacional. Por ejemplo, el “clavo” que le dejó el gobierno de Fernando Lugo a Petropar, de casi 280 millones de dólares, con la petrolera venezolana PDVSA. Tampoco se expiden respecto a la confrontación que existe en la actualidad entre las fraccionadoras de gas licuado de petróleo, que pretenden mantener el oligopolio de la comercialización del producto para fijar los precios que se les ocurre, y el Poder Ejecutivo, que a través de Petropar se propone competir con las firmas privadas para regular las tarifas a la baja. Son solo dos muestras, pero de mucha importancia, porque la primera tiene que ver con la defensa de nuestro patrimonio, en tanto la segunda con los derechos de millones de consumidores que están sometidos al antojo de empresarios inescrupulosos que lucran desmedidamente a costillas de la población.

¿Y qué dicen los partidos sobre la profunda crisis que se sucede en Venezuela? Nada. Pareciera que a sus dirigentes se les presenta como un problema que se desarrolla en un escenario muy distante y que un eventual desenlace negativo solo afectaría al pueblo del país caribeño, lo cual, además de contradecir los principios más elementales de la solidaridad internacional, es un acto de soberana  mediocridad, pues sus efectos también serán nocivos para toda la región.

Desde luego que en base a las premisas anteriores, tampoco dicen una palabra sobre la postura que sostiene el gobierno nacional de exigir que el Mercosur y la OEA apliquen sus respectivas cláusulas y carta democráticas al gobierno despótico de Nicolás Maduro. Eso sería como pedir “peras al olmo”.

Las verdad, “están en otra”. Lo que funciona en los partidos son sus movimientos internos, para disputar el control del aparato, y sus bloques en el Parlamento, más las “roscas” que arman con cuanto funcionario desleal encuentren a su paso,  un solo objetivo: llenarse los bolsillos sin pudicia alguna.

Lo expuesto no sale de ningún tratado político ni es obra de grandes intelectuales. Es la conclusión a la que arriba cualquier observador del acontecer nacional y lo que percibe un sector muy amplio de la ciudadanía, cada vez más descreída en los partidos, los políticos y la política, lo cual es grave, porque el sistema de partidos, hoy en franca decadencia, es un pilar fundamental de la democracia.

El Ejecutivo está dando pasos importantes en transparentar la gestión pública y cortar progresivamente los tentáculos de la corrupción, que llegan a todas partes, a nivel estatal y en el sector privado. Pero nuevamente aparecen los “profesionales” de la política para obstruir el juicio a ministros de la Corte, mantener los fueros a sus “colegas” parlamentarios y brindar protección a todo atorrante con dinero que deambule por la República.

Esta lamentable realidad no se resolverá fundando nuevos partidos. A lo largo de la etapa democrática pulularon nuevas organizaciones y todas ellas, en mayor o menor medida, se adaptaron a las “viejas reglas del juego”. Lo que hace falta es refundar los existentes sobre nuevas bases y nuevos liderazgos, que reemplacen a los que siguen ocasionando tanto daño a la Patria.

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