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El fantasma del “Mariscalito”

 

“Andá a poner orden en CDE, vos que conocés bien la zona y a todos los amigos. Es un desastre lo que está pasando allá. Todos quieren ser intendente y no ven que si seguimos así podemos perder estas elecciones”, habría sido, palabras más, palabras menos, lo dicho por el Presidente a su Vice, el pasado martes. Y esa misma noche, Hugo Velázquez aterrizó en el aeropuerto Guaraní para tomar las riendas del movimiento oficialista, que ya suma una docena de precandidatos para la Intendencia, sin contar la de su principal referente local, Ulises Quintana, quien anunció su postulación desde la cárcel, provocando no pocos dolores de muela.

La euforia inicial de los añetete, causada por la “destitución” de la ex intendenta Sandra McLeod, terminó en un abrir y cerrar de ojos. El “clan Zacarías” había sufrido un revés político, tal como querían, pero ahora deben hacerse cargo de las consecuencias, porque a la par de aquello también se resintieron seriamente las chances electorales del Partido Colorado, cuya profunda división es imposible de superar en tres meses.

Abdo se siente satisfecho y hasta fortalecido con el “logro”. Sabe que muchos lo ven como el “artífice” de todo lo acontecido, pero no consigue ocultar su preocupación ante una eventual derrota a manos de la oposición, lo cual, de consumarse, borraría de un plumazo todo lo anterior y lo convertiría en el principal responsable de la caída de la ANR en uno de sus bastiones históricos, de indudable importancia política.

“Si perdemos en CDE no quiero ni pensar en la campaña que van a hacer en nuestra contra, ni en lo que nos podría pasar en las elecciones del 2020”, se le habría escuchado murmurar a uno de sus más cercanos colaboradores, para luego alzar la voz, a fin de que todos oigan, y asegurar que “la victoria va a ser contundente”, aunque a decir verdad, no sonó para nada convincente, salvo para sus ex compañeros de colegio, que poco o nada comprenden de política.

Al hacer un relevamiento de la situación, en el primer anillo que rodea al Presidente, la conclusión fue poner fin cuanto antes al desorden del movimiento en CDE y que, a falta de liderazgos respetados en la zona, debía mandarse a un “peso pesado”, es decir, Velázquez, para tomar el control del movimiento y conducir la campaña, tanto para las internas del 24 de marzo, como para las elecciones del 5 de mayo.

La primera cuestión que se definió fue que habrá un solo candidato oficial, “sugerido” por la cúpula oficial del movimiento, claro está; “alguien de mucha confianza”, como el hijo del ministro Arnaldo Wiens, por ejemplo. La segunda, más complicada u “onerosa”, según algunos, será que los dirigentes locales acepten al “elegido”, para lo cual el Vice tendrá que poner a prueba su comentada capacidad de negociar tras bambalinas. Y la tercera maniobra apuntaría a “convencer” a algún sector de la oposición para que esta no presente una candidatura de consenso.

Por ahora, parte de lo señalado son planes que deben llevarse a la práctica a fin de evaluar sus resultados. Por ahora, los dirigentes de CDE no digieren el sapo. Por ahora, Ulises Quintana presiona fuertemente, más que por su nominación, por desistir de la idea a cambio de su liberación. Por ahora, Honor Colorado no designó a quien lo representará, aunque anunció una sorpresa sobre el particular. Y, por ahora, los opositores ratifican que irán unidos.

Son muchos “por ahora”, son pocas las certezas y más las dudas y los temores, incluyendo las que por momentos invaden al Presidente sobre la forma en que vienen procediendo con sus adversarios de Honor Colorado, a los que tratan como si fueran sus peores enemigos. Dudas y temores que, cuando se apagan las luces, se convierten inevitablemente en fantasmas, como el del Mariscal de la derrota que hasta ahora visita a Nicanor Duarte Frutos. Aunque en este caso, al no estar en riesgo el poder central, sería el del “Mariscalito”.

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