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Fernando Lugo, de nefasto a un “Dios”

Por: Cirilo Ibarra Enciso. Periodista de ADN en Mariano Roque Alonso
Por: Cirilo Ibarra Enciso. Periodista de ADN en Mariano Roque Alonso

Se cumplieron seis años de la masacre de Curuguaty, aquel caso que dejó 17 muertos y la destitución de Fernando Lugo de la presidencia de la República. Fueron el legado más trascendente de aquel suceso del 15 de junio de 2012, que sigue vivo en la memoria colectiva de nuestra sociedad.

Sin embargo, mientras familiares de los fallecidos recordaban con tristeza, tal vez buscando aún explicación a esa terrible matanza, uno de los considerados responsables, nada menos que presidente del Poder Legislativo, quizás desde allí se esté burlando de quienes siguen llorando por sus seres queridos.

Ese mismo que “representaba lo más nefasto para el pueblo paraguayo”, por lo que fue declarado culpable en el juicio por esa masacre. Y solamente en nuestro país puede pasar una cosa así, un personaje declarado culpable por el Congreso, acusado de haber “perjudicado enormemente los intereses supremos de la Nación, que de continuar, apeligra gravemente la convivencia pacífica del pueblo paraguayo” (parte del libelo acusatorio), es presidente de ese Congreso.

Y hasta se cree con potestad para decidir si acepta o no el juramento de Horacio Cartes, Juan Afara y Nicanor Duarte Frutos. “Esto es un absurdo que solo un deschavetado puede concebirlo”, afirmó el abogado y exfiscal General del Estado, Óscar Germán Latorre.

Agregó que “los fallos judiciales pueden ser criticados o analizados técnicamente, pero lo que nadie puede dejar de hacer es cumplir dichas decisiones”. Además, para Latorre “el presidente del Congreso, se quitó la sotana y se convirtió en el Dios y él puede decidir sobre los demás poderes”.

Para los familiares de los fallecidos en Curuguaty parece retumbar aun en la sala del Congreso aquella lectura de las acusaciones contra Fernando Armindo Lugo Méndez. A más de ser considerado como lo más nefasto para el pueblo paraguayo, que se encontraba llorando la pérdida de vidas inocentes “debido a la criminal negligencia y desidia del actual Presidente de la Republica”, decía otra parte del escrito presentado.

Agrega que Lugo “desde que asumió la conducción del país, gobierna promoviendo el odio entre los paraguayos, la lucha violenta entre pobres y ricos, la justicia por mano propia y la violación del derecho de propiedad, atentando de ese modo permanentemente contra la Carta Magna, las instituciones republicanas y el Estado de Derecho”.

Igualmente, se destacó su responsabilidad política y penal de los trágicos eventos registrados el 15 de junio del 2012, “recae en el Presidente de la República, Fernando Lugo, que por su inacción e incompetencia, el incidente no surgió espontáneamente, fue una emboscada a las fuerzas de seguridad; fue algo premeditado, producto de un plan debidamente concebido, planificado y llevado a la práctica, gracias a la complicidad e inacción del Gobierno de Fernando Lugo, responsable directo de la crisis que hoy atraviesa nuestra amada Patria”.

Con esas y varias otras consideraciones, se destaca que Lugo Méndez ha incurrido en mal desempeño de sus funciones, que como resultado final trajo la masacre entre compatriotas, hecho inédito en los anales de la historia desde de nuestra independencia nacional hasta la fecha, en tiempo de paz.

Concluye la acusación destacando que “en mérito a los argumentos precedentemente señalados dicten resolución, declarando culpable al presidente Fernando Armindo Lugo Méndez, y en consecuencia, separarlo del cargo que ostenta, de conformidad a lo establecido en el Artículo 225 de la Constitución Nacional”.

Hay que destacar también que en aquel momento se mencionó su responsabilidad penal y esa es una consecuencia jurídica, cuando existe violación de la ley, actos previstos como ilícitos, lesionando o poniendo en peligro un bien material o la integridad física de las personas.

La responsabilidad penal la impone el Estado, y consiste en una pena que busca castigar al delincuente e intentar evitar que vuelva a delinquir.

Pero Fernando Lugo, lejos de ser castigado, tras ser encontrado culpable o para evitar que vuelva a delinquir, fue premiado. Es senador y en vez de estar en la cárcel, está como presidente del Congreso.

Increíble éste exobispo, que ahora ignora lo que estableció primeramente el Tribunal Electoral Partidario (TEP), que rechazó las impugnaciones que realizó la disidencia colorada en el caso del presidente Horacio Cartes. Luego, para las elecciones generales se cumplió el mismo trámite, hubo impugnaciones y el TSJE resolvió, rechazando también. Se recurrió a la Corte y este órgano rechazó la inconstitucionalidad.

Tanto Cartes, como Duarte Frutos y Afara fueron habilitados y el pueblo, que es el soberano, votó y escogió a sus autoridades. Las mismas personas ya fueron proclamadas por la Justicia Electoral. “Cualquier debate sobre si estaban o no habilitadas o si pueden o no jurar asumiendo los cargos para los cuales fueron electos es un debate concluido. Ningún órgano del Estado tiene la potestad para revisar esos pronunciamientos”, sostuvo Óscar Germán Latorre.

Pero el “funesto” exobispo, que hoy se cree el impoluto, cree tener la facultad de decidir si acepta o no el juramento de los mencionados. Basta “señor” Lugo, Ud. no debería ni opinar y su lugar debió ser la cárcel.

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