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Festival de hipocresía

Un país no puede llegar a ser serio mientras tenga una clase política que actúa de manera tan hipócrita que aplaude un hecho si le beneficia y lo ataca si le perjudica.

Lo que ocurrió el miércoles en la Cámara de Diputados es prueba suficiente de que nuestros políticos están muy lejos de actuar con solvencia, coherencia y patriotismo a la hora de definir su apoyo o rechazo a un hecho determinado.

Para colmo, este mal no solo afecta a la política criolla sino también a algunos medios de comunicación que presumen de ser “independientes” pero que, en realidad, se han convertido en máquinas de hacer dinero a costa de la información y la opinión pública.

El miércoles se cambiaron los representantes de la cámara ante el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Exactamente el mismo hecho ocurrió en junio de 2010, sin ningún agregado extraño, con la única diferencia de que quienes entonces fueron beneficiados, ahora resultaron perjudicados, lo que bastó para despertar toda su ira, porque ellos, estos políticos oportunistas e hipócritas, están tan acostumbrados a los beneficios que les da el cargo que ocupan, que han terminado por confundir sus cuestiones personales con la cosa pública.

El miércoles, el colorado Hugo Velázquez se quedó sin la Presidencia de Diputados porque había dejado de pertenecer a la mayoría. En el 2010, debido a la conformación de una nueva mayoría, el oviedista Gustavo Massi fue rajado del Consejo de la Magistratura, siendo reemplazado por… Velázquez. Hechos similares, motivados por cuestiones similares, pero que generaron reacciones absolutamente opuestas.

También el efrainista Jorge Ávalos Mariño, uno de los más indignados por la supuesta “violación a la Constitución” protagonizada por el oficialismo colorado, el llanismo liberal y el Frente Guasu esta semana, en el 2010 no solo aceptó que el oviedista Jorge López Chávez fuera rajado del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, sino que encantado de la vida aceptó asumir en su lugar. ¿Por qué? Porque las mayorías habían cambiado y, hace 7 años, ese era motivo más que suficiente como para que nadie, ni siquiera el diario ABC, cuestionara los cambios.

Al fundamentar los cambios, en el 2010, el diputado por Patria Querida Sebastián Acha había señalado que las mayorías eran frías y debían ser respetadas, tomando como algo natural que al cambiar estas el escenario político también sufriera cambios. Todos los chiitas que ahora se rasgan las vestiduras estuvieron de acuerdo en ese momento. El problema es que en ese momento, ellos eran la mayoría y ahora deben enfrentar el terrible karma de haber sido convertidos en un grupúsculo minoritario y sin trascendencia, pero con la voz lo suficientemente alta como para gritar de manera descontrolada e histérica denunciando hoy lo que aplaudieron hace 7 años.

Para colmo, el uso y abuso de las redes sociales hace que algunos de estos personajes logren convencer a un sector de la ciudadanía acostumbrada a repetir como loro lo que dicen quienes antes parecían ser referentes de decencia, pero que hoy han caído en un festival tan procaz de hipocresía, que cada vez se parecen más a esos a los que siempre criticaron.

Seamos serios señores. Las mismas normas deben servir para las mismas situaciones, nos beneficien o no. Así es como se construye un país serio.

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