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ASUNCIÓN.- Varios son los argumentos que desde ayer están ensayando voceros del gobierno sobre la increíble fuga de 75 miembros del Primer Comando Capital del penal de Pedro Juan Caballero, noticia que se convirtió en viral en todo el mundo. En general, culpan a la corrupción del sistema, ya que sin la complicidad de guardiacárceles, policías y militares, tamaño escape hubiera sido imposible.
El jefe del Gabinete Civil de la Presidencia, Juan Ernesto Villamayor, habló también de un “error” como excusa para lo ocurrido. Sin embargo, es bueno hacer un recuento de hechos que ocurrieron desde pocos meses atrás y que dan cuenta de que aquí no hubo ningún error.
En septiembre del año pasado se promulgó la Ley de emergencia penitenciaria, que establecía una serie de medidas para controlar con mayor efectividad los penales de todo el país, no por capricho de nadie, sino porque se sabía que los presos pertenecientes al PCC y al comando Vermelho podían tomar las cárceles en su poder cuando quisieran.
Antes de la ley ya se sabía que había presos que tenían el control y hacían lo que querían, sometiendo a los guardias ya sea por plata o miedo, como el caso del narco Marcelo Pinheiro, conocido como Piloto, que mató de 17 puñaladas a una joven paraguaya en el penal de Tacumbú.
La ley tampoco cambió mucho la situación, porque no evitó que ocurriera, poco después de entrar en vigencia, una masacre en el penal de San Pedro y enfrentamientos en la de Encarnación.
Por supuesto, la fuga del domingo es el hecho más grave de lo ocurrido en el país en toda su historia, pero lo demás sirve como antecedente y como patrón de conducta, porque deja en claro que el problema penitenciario del país no es consecuencia de ningún error ni, exclusivamente, por culpa de la corrupción imperante, sino, y sobre todo, fruto de la incapacidad del Estado para hacer frente a una crisis a la que no se encuentra solución.
Mientras esto no cambie, hechos como el del domingo seguirán ocurriendo de manera impune.
