Inicio / La visión de ADN / Fundamentalistas

Fundamentalistas

Según algunos, Simone de Beauvoir era simplemente “una tarada”. Otros, al hacer uso de la palabra, anunciaron que no deseaban ser violentos, pero acto seguido lanzaron andanadas de insultos contra quienes no piensan como ellos. Y contra los que no condenan a esos, también, usando para el efecto expresiones bíblicas sacadas de contexto,  tipo “a los tibios vomitaré”. Salvo honrosas excepciones, ese fue el tenor de la audiencia pública realizada ayer en la sede del Congreso,  convocada para tratar  la mentada “ideología de género”, que si hoy tiene alguna notoriedad es pura y exclusivamente gracias a la mediocridad, la chabacanería y la intolerancia extrema de sus detractores.

Las alarmas comenzaron a sonar hace algún tiempo, al detectarse que algunos materiales empleados en el sistema educativo introducían “de prepo” conceptos diferentes sobre familia y sexualidad, emanados de la supuesta “ideología”, que no fueron objeto de ningún tratamiento previo en la sociedad y que contrarían las normativas referidas a estas materias. Bastaba, pues, con formular el reclamo y plantear que se retiren de inmediato los textos de esa naturaleza, a lo cual, por cierto, el Ministerio de Educación ya había accedido. Pero no. Había que dar riendas sueltas a la histeria colectiva, acompañada de una alta dosis de ignorancia y prepotencia de quienes creen tener, no sabemos a razón de qué, el monopolio de la verdad.

Los grupos que dicen rechazar la “ideología de género”  tienen derecho a manifestar sus opiniones, claro está, pero al menos deberían interiorizarse mínimamente de la cuestión a la que se enfrentan, para criticarla con cierto rigor intelectual. No pueden recurrir a clichés tan tontos como los que escuchamos en la víspera, por ejemplo que “no se pude hablar de género, sino de ser humano”, lo que superarían con una revisión fugaz del manual de la Real Academia Española. Tampoco queriendo dictar  muy malas cátedras acerca de que “Paraguay no es una democracia sino una república”, como sostuvo alguien de una ONG denominada ISSO, para así pretender justificar la imposición de sus ideas por medios autoritarios. Y menos hacer apología de la homofobia o convertir en demonios a la Beauvoir y a Carlos Marx, como lo hacía la inquisición en la Edad Media para que  los “herejes” purifiquen sus almas en la hoguera.

Lo de ayer  fue cualquier cosa menos un debate. No se limitó al tema que motiva la preocupación de muchos, o sea, los polémicos materiales y qué hacer al respecto, sino que transcurrió en medio de confusas y superficiales consideraciones preñadas de fundamentalismo religioso e ideológico, que se tradujeron en actos de intolerancia hacia quienes pretendían dar otros puntos de vista o alguna explicación sobre la postura del Ministerio, como en el caso de Enrique Riera, a quien interrumpían con silbatinas y abucheos.

Así, “El Segundo Sexo”, una de las principales obras feministas de todos los tiempos, de la autoría de Beauvoir, se convirtió en blanco de algunos que evidentemente nunca la leyeron, en la creencia, tal vez,  que la escritora se refería a algún “género perverso”, y Marx, en un “depravado que promovía el homosexualismo”.

 Curiosamente, estos grupos que participaron de la audiencia pública, cuestionan a los sectores “ideologizados” por pretender imponer su forma de pensamiento respecto a la familia y la sexualidad, lo cual es cierto, pero hacen exactamente lo mismo y son tan “ideologizados” como aquellos a los que critican, solo que desde el otro extremo.

El obscurantismo y las imposiciones arbitrarias, provengan de donde proviniesen,  son cosa de un pasado nefasto. Y reivindicarlos ahora, después de 28 años de democracia, solo cabe en mentes muy estrechas.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …