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Guerra total a los planilleros

ASUNCIÓN.- Luego de que el año pasado entrara en vigencia la Ley de Acceso a la Información, el presidente de la República ordenó a las instituciones a transparentar su listado de funcionarios, con funciones específicas y salario. Esto hizo que saltaran los nombres de miles que vivían del Estado sin trabajar, quienes fueron despedidos. El planillerismo dejó de ser un privilegio y se convirtió en un delito.

Cuando el gobierno anunció que los planilleros serían identificados y despedidos, nadie lo creyó porque la existencia de personas que vivían del Estado sin trabajar era una institución en el país ya desde la época de la dictadura. La tarea no fue sencilla y falta mucho para que esté terminada, lo que significa que aún no se ha librado totalmente a la Administración Pública de estas garrapatas que chupan la sangre de toda la ciudadanía sin respeto a nadie.

Pero empezó y, desde luego, el primer paso fundamental fue la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública y la instrucción dada por el presidente Cartes a todas las instituciones de que publiquen el listado completo de sus funcionarios, las funciones que cumplían y el salario que recibían. Esto llevó a un cruzamiento de datos que dio resultados sorprendentes ya que saltaron nombres conocidos de quienes cumplían una función en una institución, pero cobraban en 2 o más, sin trabajar en las demás.

Con buenos resultados en algunos casos, regulares en otros, lo cierto es que la guerra al planillerismo pasó a convertirse en realidad y al poco tiempo no se limitó al gobierno central sino también a los departamentales y municipales. Es cierto que los sindicatos intentaron frenar los despidos con el cháke de que se avecinaba una grave crisis social puesto que se hablaba de miles de personas que quedarían en la calle, pero la cosa no pasó a mayores. Ni siquiera se realizaron las movilizaciones con las que amenazaron los sindicalistas, por lo menos no lo suficientemente grandes como para poner en zozobra al gobierno.

Aún hay mucha gente que vive del Estado sin trabajar y diariamente se los descubre mediante denuncias serias y la rápida acción de las autoridades correspondientes. La creatividad de los sinvergüenzas no tiene límites. Han buscado varias formas de burlar el control, pero a la larga son descubiertos, despedidos y procesados. Definitivamente, los planilleros ya no forman parte de una clase privilegiada, sino que se han convertido en delincuentes.

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