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Hablemos en serio

Hoy se cumplen 4 años de la asunción de Horacio Cartes a la presidencia de la República; tiempo suficiente como para tener una valoración general de lo que significó hasta ahora su gestión. Sus detractores, con los medios hegemónicos a la cabeza y los políticos que a éstos resultan funcionales, expondrán, con certeza, un balance desastroso de todo lo actuado y proyectarán la imagen de un país en ruinas, pero, fieles a su estilo, no aportarán ningún fundamento. Nosotros tenemos una visión completamente distinta, observamos avances concretos en diversas áreas, algunos sin precedentes y, a diferencia de aquellos, optamos por basarnos en los hechos de la realidad, en los indicadores y las estadísticas, que es la forma de realizar una evaluación seria, descontaminada de las “fobias” que se disparan aún con más fuerza en coyunturas electorales como la que vivimos.

Por razones de espacio, nos abocaremos a dos cuestiones de fundamental importancia. Primera gran definición. La economía paraguaya goza de buena salud y en los últimos cuatro años mantuvo su buen desempeño. El crecimiento promedio se mantiene en el orden del 4%, al igual que la inflación; el déficit fiscal es de los más bajos de América Latina, así como la deuda pública, contraída para la inversión en obras de infraestructura, que representa solo el 23% del Producto Interno Bruto, mientras que las reservas internacionales ya se elevaron por encima de los 8.000 millones de dólares, cifra superior a todo lo que adeudamos y tenemos que reembolsar en plazos de 10, 20 y hasta 30 años.

Los críticos del gobierno sostienen que lo señalado no constituye ningún mérito del actual gobierno y que no varía en nada de lo sucedido en ese ámbito anteriormente, lo cual es completamente falso. Para comenzar, siempre es meritorio sostener logros anteriores, para no restarle valía a lo heredado, pero, a diferencia de las pasadas administraciones, a éste lo tocó desarrollar sus labores en el marco de la fuerte crisis desatada en la región, especialmente en Brasil y Argentina, precisamente a partir del 2013.

Hasta entonces, Brasil y Argentina crecían al ritmo del 3% y poco antes, 7%. Pero además, durante el gobierno de HC se vinieron abajo los precios internacionales de los “commodities”, particularmente de la soja, por medio de la cual ingresa al país la mayor cantidad de divisas. De manera que evitar el “contagio” y mantener los niveles de expansión económica en el marco del tremendo sofocón de toda la región, representa un logro muy importante, que ningún analista que se jacte de tal puede desconocer.

Paraguay pudo hacerlo por una serie de políticas públicas que se implementaron en este periodo, sobre todo el fuerte impulso a las obras públicas, que fue para lo cual se contrató deuda, el creciente proceso de “desacople” o reducción de la dependencia económica del Brasil y la diversificación de nuestra propia economía, lo que de conjunto permitió contrarrestar las condiciones adversas del mercado internacional y regional.

En cuanto a la diversificación, ésta puede medirse a la luz de la composición que tiene el crecimiento del PIB. Ya no está basado únicamente en la soja y el desarrollo del capital financiero, que ahora representa la mitad, es decir alrededor del 2%, sino también y en igual proporción, otros 2%, en el desarrollo del rubro servicios, especialmente del comercio.

Vayamos a la segunda gran definición. El crecimiento de la economía no se siente solo en la cima de la pirámide social, sino “chorrea” y ya se percibe en sus capas inferiores, al contrario de lo que afirman quienes “aplazan” al gobierno por su supuesta “insensibilidad” social. El solo hecho de que los servicios se estén expandiendo de la forma en que lo hacen implica que la ciudadanía tiene mayor capacidad de consumo, que este año registrará un aumento del 4%, al tiempo de que dicho crecimiento implica también un aumento de las ofertas de empleos, de puestos de trabajo.

Por otra parte, el crecimiento de la economía tiene otros efectos directos en la población. Sin él sería impensable incrementar el presupuesto de los programas sociales para combatir la pobreza, que hoy representan 160 millones de dólares al año, o la construcción de 20.000 viviendas para que vivan en condiciones dignas cerca de 100.000 compatriotas, o la adquisición de tierras por parte del Indert para otorgar más de 11.000 títulos y llevar los servicios básicos decenas de colonias que no tenían luz ni agua potable, o las 1.500 becas que completará este año BECAL para que nuestros jóvenes cursen sus estudios en el exterior y los docentes diversas especialidades.

Hablemos en serio. Lo señalado no forma parte de ningún “cuento de hadas” para engañar a incautos, pues los beneficiarios son de carne y hueso. Que hubo metidas de pata del gobierno no nos quepa la menor duda, y algunas de relevancia, como el “parate” de las obras en los primeros tramos de su gestión y su manifiesta incapacidad para comunicar lo realizado y defender sus planes, entre otras. Pero ninguna de ellas opaca lo antedicho, que son conquistas no solo del gobierno, sino de todos los paraguayos.

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