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Haciendo bien las cosas

Aunque el grupete liderado por Desirée Masi utilizó de nuevo la sesión del Senado para atacar al presidente Cartes, esta vez burlándose de los 100 guaraníes menos que costará el pasaje del transporte público, lo cierto es que ni el gobierno de izquierda ni los gobiernos anteriores han dado tanta evidencia del interés que tiene el actual por mejorar la condición de vida de la ciudadanía.

Cartes asumió la Presidencia de la República en agosto del 2013, cuando el pasaje costaba 2.400 guaraníes. En estos poco más de 3 años, esta es la tercera vez que logra que el precio baje y en este momento, con 2.000 guaraníes, cuesta lo mismo que en el 2005,  cuando el salario mínimo era de 1.089.103 guaraníes, mientras que el actual es de 1.824.550 guaraníes, lo que indica que hace 11 años, el gasto de pasaje para 2 personas por familia se llevaba el 23% del ingreso total, mientras que ahora solamente afectará al 13%.

Estos son hechos concretos que no pueden rebatir ni los disidentes ni los izquierdistas que han convertido al Senado en un sparring en el que desahogan sus frustraciones y evitan enfrentar sus miedos, especialmente el que les produce la posibilidad de que, a través de una reelección, alguno de ellos deba enfrentarse a Cartes en el 2018.

Los números cantan y este es el primer gobierno en la historia más o menos cercana que anuncia disminución de precios, tanto del pasaje como del combustible o el gas, rompiendo con esa condena que parecía eterna de que los paraguayos debíamos procurar subsistir con un salario cada vez más escaso y los productos de la canasta familiar siempre más caros.  Por si fuera poco, en el Senado se encuentra un proyecto de Ley de una nueva política salarial, remitido por el Ejecutivo, y que, de aprobarse, permitirá que el salario mínimo aumente automáticamente cada año, lo que, sumado a los otros beneficios mencionados, disminuirá terriblemente la presión económica de la clase trabajadora del país.

A pesar de haberse reducido 400 guaraníes el precio del pasaje en 3 años, no hay crisis ni enfrentamiento con el sector empresarial de los transportistas, quienes históricamente han chantajeado a los gobiernos anteriores con huelgas y otras medidas de presión, cada vez que se insinuaba la posibilidad de aumentar el monto. Esto deja a las claras que estos señores no pueden oponerse cuando las decisiones son firmes y directas, sin cuestionamientos.

Lo increíble de la oposición senatorial es que si la medida hubiera sido al revés, que aumentara 100 guaraníes el precio del pasaje, sus gritos de protesta se hubieran escuchado hasta en la China. Nadie se habría burlado de lo poco que vale una moneda de 100 guaraníes, sino que responsabilizarían a Cartes por “empobrecer aún más al ya empobrecido país”.

Esta nueva reducción del precio del pasaje beneficia a 924 mil pasajeros que diariamente deben abordar una de las 1.464 unidades del transporte público de transporte para trasladarse a su lugar de trabajo o estudio. Muchos, incluso, tienen que hacer 4 o más viajes al día. Pero más allá de lo que puedan ahorrar con 100 guaraníes menos, lo que realmente importa es la percepción ciudadana de que, detrás suyo, apuntalándola, hay un gobierno que se preocupa por su bienestar. Y eso no tiene precio.

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