Stephen Hawking visitó al papa Francisco en el Vaticano.
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Hawking, entre la creación del universo y la existencia de Dios

A mitad de la semana que culminó, el mundo recibía impactado la noticia de fallecimiento del científico Stephen Hawking, ocurrido el miércoles a los 76 años. La historia no olvidará su nombre. Se enfrentó toda su vida a dos preguntas que usualmente van unidas: ¿Cómo se creó el universo? y, ¿Negaba la existencia de Dios?

WASHINGTON.- Para intentar responder la pregunta sobre la creación del universo, se dedicó al estudio de la teoría del Big Bang y la teoría del todo, dos de sus más grandes aportes a la ciencia, con las que intentó explicar el origen del universo.

Ambas, aunque bastante complejas, lo llevaron a una conclusión simple y contundente: “No es necesario invocar a Dios para encender la mecha y darle inicio al Universo”. Y así lo escribió en su libro “El gran diseño” en 2010.

Luego de afirmar que el Big Bang fue el comienzo de todo, inevitablemente se enfrentaba a la siguiente pregunta: ¿y entonces qué hubo antes?

Frente a esta interrogante, que ante cada respuesta podría repetirse hasta el infinito, tampoco incluía la posibilidad de la existencia de un Dios.

“Cuando la gente me pregunta si Dios creó el universo, les digo que la pregunta en sí misma no tiene sentido”, narró Hawking en un video para el canal de televisión por cable especializado en ciencia Discovery Channel.

“El tiempo no existía antes del Big Bang, así que no había tiempo en el que Dios pudiera crear el universo”.

A Hawking, a pesar de lo complejo de sus teorías, le parecía que había una mejor explicación para el origen del universo que un Dios creador.

“Para mí, la solución más simple es que no hay Dios, nadie creó el universo y nadie dirige nuestro destino”, sentenciaba.

 

¿NEGABA LA EXISTENCIA DE DIOS?

Pero más que negar la existencia de Dios, Hawking simplemente consideraba fútil hacerse la pregunta. “Uno no puede probar que Dios no existe”, le dijo en 2010 a la cadena estadounidense ABC. “Pero la ciencia hace a Dios innecesario”. En 1988, en su exitoso libro “Breve historia del tiempo”, Hawking incluso dejaba una puerta abierta para un ser creador.

En la obra escribía que si llegáramos a articular la teoría del todo, podríamos conocer “la mente de Dios”. Luego, en 2007, volvió a la idea de la posibilidad de un Dios. “Creo que el universo está gobernado por las leyes de la ciencia”, dijo en una entrevista con la agencia Reuters. “Las leyes han podido ser decretadas por Dios, pero Dios no interviene para romper las leyes”.

Años después, sin embargo, el mismo Hawking se encargó de explicar a qué se refería cuando hablaba de Dios. “Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos ‘la mente de Dios’ era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera”, le dijo al diario español El Mundo en 2104. “Pero no hay ningún Dios. Soy ateo”.

¿SE LLEVABA BIEN CON LA IGLESIA CATÓLICA?

A pesar de sus posiciones, Hawking visitó varias veces el Vaticano. Allá participó en eventos de la Academia Pontificia de las Ciencias, ante la cual ofreció una charla acerca del origen del universo en 2016. Hawking también tuvo encuentros con el papa Benedicto XVI y Francisco.

“Estamos profundamente tristes por el fallecimiento de nuestro destacado académico Stephen Hawking, que fue tan fiel a nuestra Academia”, tuiteó la Academia Pontificia de las Ciencias tras la muerte del científico. “A los cuatro papas que conoció les dijo que quería avanzar en la relación entre la fe y la razón científica. Oramos para que el Señor lo reciba en su gloria”, añadió.

 

Y DESPUÉS DE LA MUERTE, ¿QUÉ?

WASHINGTON.- El ahora fallecido científico, Stephen Hawking, decía no tenerle miedo a la muerte. Y como no creía en Dios, tampoco creía en el cielo. “Considero que el cerebro es una computadora que deja de funcionar cuando sus componentes fallan”, dijo en entrevista con The Guardian en 2011.

“No hay cielo o vida después de la muerte para las computadoras dañadas. Ese es un cuento de hadas para personas que le temen a la oscuridad”.

Ese pragmatismo, sin embargo, era el que lo mantenía maravillado y lo impulsaba a buscar las respuestas a esas dos preguntas que lo acompañaron durante toda su vida. “Probablemente no hay cielo ni vida después de la muerte”, dijo en Discovery Channel.

“Tenemos esta vida para apreciar el grandioso diseño del universo, y por eso, estoy extremadamente agradecido”.

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