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Hay mucho que festejar

En esta época del año, en la que los balances están a la orden del día, es muy frecuente leer en la prensa mundial frases tipo “no hay nada que festejar”. Y de verdad es así en vastas regiones del planeta, diezmadas por las guerras o sumidas en crisis económicas de terribles consecuencias sociales. En nuestro subcontinente nomás, para no ir más lejos, descolla por su dramatismo la situación del pueblo de Venezuela, sometido al hambre y la opresión por la dictadura de Nicolás Maduro. En otros países de gobiernos con signos ideológicos opuestos, como Argentina y Brasil, las condiciones de vida registran francos retrocesos.

El Perú, alcanzado por los efectos del “Lava Jato”, atraviesa un tremendo sacudón institucional y el fujimorismo, agazapado, espera su momento para retomar las riendas del poder político; en tanto que Honduras, a cuatro semanas de realizadas las elecciones generales y decenas de muertos, no puede proclamar al nuevo presidente. En el Paraguay, en cambio, sí tenemos mucho que festejar. Hay claros avances en todos los órdenes, que solo los necios pueden negar, y el camino está trazado para seguir transitando hacia lo mucho que resta por hacer.

En el ámbito de la economía, los resultados están a la vista. Nuestro país emerge en un contexto regional e internacional que desde el 2014 fue claramente adverso y que en gran medida lo sigue siendo. Pese a la recesión de los grandes vecinos, pese a la caída de los “commodities”, pese a las condiciones climáticas desfavorables, la economía paraguaya mantuvo su ritmo de crecimiento en alrededor del 4%, la inflación, enemiga mortal de los ingresos del pueblo trabajador, se mantuvo en tasas similares y el déficit fiscal, bajo control, es tres, cuatro y hasta cinco veces menor al de Brasil y Argentina, lo cual se complementa con una deuda pública que está entre las más reducidas de América Latina.

Las inversiones en obras de infraestructura no tienen precedentes. Son más de 5.500 millones de dólares destinados a rutas, puentes, viaductos y caminos de todo tiempo. Una cifra récord, que duplica a las aplicadas en los gobiernos de Nicanor, Lugo y Federico, juntos, y que no fueron objetadas por la tradicional “sobrefacturación” de la que antes eran objeto, mediante la alianza corrupta compuesta por los gobernantes de turno y empresarios que pagaban las coimas para adjudicarse los contratos.

En esta materia, Paraguay dio un salto de calidad, indispensable para potenciar su desarrollo, que le permitió potenciar el movimiento económico y generar empleo, contrarrestando la presión externa de carácter negativo.  Y esto lo reconocen todos. Lo reconoce la Unión Industrial Paraguaya (UIP), que no es precisamente simpatizante del gobierno. Lo reconoce el Nuncio Apostólico, representante del Vaticano, quien se vio en la necesidad de salir al paso de un Obispo y sus desafortunadas declaraciones durante un acto litúrgico. También lo reconocen los políticos honestos de distintas filiaciones, que por cierto no abundan y, desde luego, los ciudadanos que transitan por esas rutas, cruzan esos puentes que antes se caían a pedazos o en pocos minutos los viaductos que antes de su construcción eran zonas que representaban verdaderas pesadillas.

En materia social es mucho lo que puede señalarse, pero basta mencionar cuatro aspectos resaltantes: En el 2013, Tekoporã asistía a 70.000 familias de pobres y pobres extremos, ahora a 150.000. En anteriores períodos de gobierno no se entregaron más de 5.000 viviendas sociales, en este supera con creces las 20.000 y están en proyecto otras 5.000 más en el marco del proyecto de la “Costanera Sur”. Al inicio de esta administración, no más de 40.000 familias campesinas recibían apoyo financiero para la producción, hoy son 90.000, después de ser rehabilitadas como sujeto de crédito, refinanciadas sus deudas a 10 años y condonados sus intereses en mora. Y en esferas de la educación, se está invirtiendo en la reparación de 1.000 escuelas y colegios, las Becas Carlos Antonio López hacen posible que una cantidad similar de jóvenes profesionales y educadores cursen sus estudios en el exterior y los maestros, por fin, accedieron al salario básico profesional, una demanda histórica ahora puesta en práctica.

En el terreno de la política o mejor, del proceso democrático, el año cierra tras la celebración de elecciones en los partidos realizadas con absoluta normalidad y transparencia, a pesar de la campaña llevada a cabo por los “agoreros del apocalipsis”, léase los grandes medios de prensa, que alertaban aquí y afuera de que en el caso de la ANR serían “fraudulentas”, sin ningún fundamento, como quedó demostrado el pasado domingo.

Y hay mucho más que podría mencionarse, pero estos ejemplos son suficientes para demostrar que en nuestro país ¡claro que tenemos mucho que festejar! ¿Y falta mucho por hacer? ¡Por supuesto que sí!, pero es fundamental señalar con claridad el camino que estamos recorriendo, para controlar a las autoridades que resulten electas en abril próximo que no se aparten del mismo, porque la experiencia indica que es altamente beneficioso para el país y su pueblo.

Desde luego que en sus “balances” los grandes grupos mediáticos no harán mención de nada de esto. Hasta nos atrevemos a imaginar grandes titulares que destaquen la “derrota de HC” y disparates de ese tipo o, más probable aún, que agudicen su repugnante morbosidad en torno a los casos de secuestro en el marco de la Navidad, que son casos dolorosos, pero en realidad a ellos poco o nada les importa.

Los conocemos sobradamente. ABC y Telefuturo, es decir Zuccolillo y Vierci, ya se graduaron en presentar al país como la peor basura del planeta, mintiendo descaradamente de mañana, tarde y noche. Pero ya señalamos, aunque someramente, que mientras en vastas regiones, incluyendo Sudamérica, son muchos los países que desgraciadamente carecen de razones para celebrar, nosotros, en Paraguay, sí las tenemos.

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