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Hay que eliminar privilegios

Al ratificarse en la ley que establece un nuevo sistema de jubilación para personal de blanco que trabaja para el Estado, senadores y diputados habrían pretendido enviar un mensaje a la ciudadanía, de que les importan sus reclamos y están dispuestos a darles respuestas.

Si ese fue el objetivo, no conseguirán convencer a nadie de la seriedad del mismo, mientras ellos mismos sigan disfrutando de privilegios absurdos, como su sistema jubilatorio, que permite que un legislador ocupe una banca solamente por 2 períodos (10 años) para retirarse con el total de su millonaria dieta.

El proyecto que deroga la ley que establece la llamada jubilación VIP de los parlamentarios fue presentado ayer en la Cámara de Diputados, y tendrá entrada oficial en la sesión del miércoles. Si prima el mismo espíritu que hizo que los legisladores no aguardaran un dictamen de comisión para rechazar el veto del Ejecutivo en el caso de los médicos, mañana mismo podría obtener media sanción, siempre y cuando los diputados acepten que las verdaderas señales positivas hacia la población las darán cuando rechacen la idea de tener un privilegio muy por encima de la clase trabajadora nacional.

Según integrantes de las bancadas de la oposición que firmaron este proyecto, el mismo no solamente pretende eliminar la jubilación VIP sino cualquier tipo de jubilación para senadores y diputados, puesto que al ser los suyos, cargos electivos, no tienen relación de dependencia con nadie, por lo cual no deberían acceder a ese derecho que sí tienen los trabajadores de los sectores público y privado, quienes dependen laboralmente de otras personas.

Esto es cierto. De todos los cargos electivos que existen, tanto a nivel nacional como departamental y municipal, los legisladores son los únicos que pretenden tener derecho a jubilación, así que eliminarlo será un acto de justicia. De hecho, la millonaria dieta que perciben mensualmente, que es varias veces mayor que el salario mínimo legal que deben cobrar los trabajadores que tienen suerte de estar dentro del sistema, ya es suficiente privilegio como para que sigan aumentando las asimetrías con quienes deben trabajar para vivir, o, muchas veces, solo para sobrevivir.

Senadores y diputados no tienen que tener ningún tipo de jubilación, o pueden tener, pero de carácter privado, sin ningún tipo de obligación del Estado. Y si quieren vivir sin trabajar después de terminado su período en una de las cámaras, reciben lo suficiente como para ir ahorrando para su tiempo de desempleo, algo que no pueden hacer los ciudadanos “comunes”. Para colmo, como tampoco se establecen límites para la reelección de los legisladores, algunos pueden estar por varias décadas, como Juan Carlos Galaverna, quien este año cumple 30 de ocupar una banca en el Congreso.

El proyecto presentado por las bancaditas de Diputados será una prueba de fuego para nuestra clase política, demasiado acostumbrada a vivir entre algodones, cuyos representantes cuentan con una cantidad de privilegios que los convierte en ciudadanos de primera clase, en un país en donde una aplastante mayoría sobrevive sin llegar siquiera a la segunda.

Será interesante ver el comportamiento de cada bancada en ambas cámaras al tratarse este caso. Pero así, de manera seria y con estudios técnicos, no como lo que pretendió la semana pasada Rodolfo Friedmann en el Senado, presentando un proyecto que el mismo líder de la bancada añetete calificó de populista. Esperemos que la actitud sea seria y responsable. Así es como se irán eliminando los injustos y absurdos privilegios.

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