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Ídolos con pies de barro

Tiene que estar muy enferma una sociedad que convierte en héroes a simples patoteros que no tienen el menor respeto a las normas vigentes y están dispuestos a cometer todo tipo de desmanes para salirse con la suya o para obedecer al patrón de turno.

Después de haber sufrido 2 guerras grandes y una casi interminable dictadura, hechos que demostraron la profunda valentía del paraguayo, que puede doblarse pero no quebrarse y estuvo, muchas veces, dispuesto a dar la vida por la patria y la libertad, no nos merecemos que la nueva generación de ciudadanos pretenda erigir como salvadores de la patria a 4 jóvenes que lo único que hicieron fue huir del país porque la Fiscalía los imputó por haber cometido crímenes graves, como la fabricación de bombas caseras, que luego hicieron explotar produciendo un incendio en el edificio del Congreso, el poder del Estado del pueblo por excelencia.

Estos muchachos que se convirtieron en prófugos de la Justicia y pretendieron vestirse con el ropaje del exilio fueron manipulados de manera vergonzosa por la cúpula liberal, que primero los utilizó para provocar los incidentes del 31 de marzo, y luego les hizo escapar del país solamente por un oportunismo político que pudiera permitirle atacar al gobierno de Horacio Cartes.

Y ahora volvieron al país, no por valentía sino porque el círculo en contra suya se estaba cerrando desde que se ordenó su captura internacional. Y llegaron como héroes, como si volvieran del exilio, ese mismo exilio que hace pocos años dignificaron paraguayos inolvidables como Waldino Ramón Lovera o Eduardo San Martín, quienes deben estar revolcándose en su tumba ante tamaña vergüenza y manipulación.

Osvaldo Sánchez, Brian Esteban Martínez, Rubén Galeano y Osvaldo Aquino no son héroes de ninguna laya y jamás merecieron el exilio que les concedió el gobierno de Tabaré Vázquez en Uruguay, posiblemente engañado por los argumentos de Efraín Alegre, Alfredo Jaeggli y otros “dignos” políticos paraguayos.

Estos 4 muchachos son afiliados liberales, pertenecientes al movimiento de Alegre, quien les dio permiso para que fabriquen las bombas en el local del PLRA y después les dijo claramente dónde hacerlas explotar. Así que cuando el presidente liberal y sus compinches denuncian que hay persecución política en contra de ellos, lo único que buscan es entorpecer las investigaciones y dejar sentada la idea de que el Poder Judicial es manejado por el Ejecutivo.

Justamente sobre este punto es muy absurdo el planteamiento de Alegre, ya que si fuera cierta la injerencia del gobierno en la Justicia, él mismo hace rato hubiera sido condenado por las varias denuncias en su contra, por lesión de confianza, de cuando era ministro de Obras Públicas. Pero no, sus chicanas han evitado que el juicio siquiera pudiera arrancar, así que si alguien tiene injerencia en el Poder Judicial, es justamente el mismo Alegre.

Los 4 liberales que se escaparon de la Justicia y ahora volvieron con el rabo entre las piernas, son cualquier cosa menos héroes, más allá del recibiendo que tuvieron al llegar al aeropuerto y del oportunismo de medios de comunicación que pretenden convertirlos en perseguidos políticos.

Este país de hombres y mujeres valientes no merece tener héroes de paja como estos jóvenes, que se dicen liberales.

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