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Ningún diputado comprometido con la ciudadanía y consciente de que la situación de las instituciones educativas no admite dilaciones podía haber faltado a la sesión del martes pasado. Pero lo hicieron, y, casualmente, fueron legisladores pertenecientes al movimiento de Javier Zacarías Irún. Pretendieron socavar una eventual candidatura de Riera, pero lograron perjudicar a los estudiantes.
ASUNCIÓN.- Eber Ovelar, Andrés Retamozo y Elio Cabral, además de los disidentes, no asistieron a la sesión del martes pasado. Los tres son colorados y allegados a Zacarías, lo que hace que se despierte una fuerte sospecha de que el dirigente de Ciudad del Este haya querido impedir que la emergencia educativa pudiera concretarse.
Porque el problema en la sesión no fueron los que estuvieron presentes, sino los ausentes, que impidieron que la cámara logre la mayoría necesaria para ratificarse en el proyecto original y no aprobar el híbrido del Senado, que finalmente fue el que se convirtió en ley y, en los hechos, no es ni chicha ni limonada.
Nadie puede dudar de que la situación de las instituciones educativas de todo el país es desastrosa; techos o paredes que se derrumban, niños que estudian bajo un árbol, en fin, todo está teñido de una precariedad absoluta que no resiste ninguna postergación. Por eso el proyecto original, aprobado por los diputados, imprimía celeridad a los procesos, permitiendo que el Ministerio de Educación realice contrataciones por la vía de la excepción para darle mayor celeridad a la construcción, mantenimiento y equipamiento de los centros educativos públicos y subvencionados.
Sin embargo, en el Senado modificaron de tal manera el proyecto que perdió todo su carácter de urgencia, supuestamente con el argumento de que no querían que tanto dinero fuera manejado de manera discrecional por el ministro Enrique Riera, sin tener en cuenta que existirían mecanismos de control, como los naturales: la Contraloría y el Ministerio Público, y los especiales que serían comisiones conformadas por padres y alumnos de las instituciones que hubieran sido beneficiadas.
Lo que en realidad ocurrió es que los senadores –otra vez- quisieron impedir que una buena acción de gobierno lograra beneficiar al presidente Horacio Cartes en el caso de que se apruebe la reelección presidencial, o a Riera si finalmente quedara como el candidato del jefe de Estado.
Pero esto no nos sorprende de los senadores. Lo que resulta imperdonable es que diputados presuntamente oficialistas hayan caído en la trampa de la disidencia y actuaran como “quinta columna” dentro del cartismo.
