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Inentendible incoherencia de universitarios

El motivo fundamental de la movilización de los estudiantes universitarios de la Universidad Nacional de Asunción fue que exigían la paridad en la conformación del Consejo Universitario; esto significa que el número de estudiantes y egresados sea igual al de los profesores, a fin de que éstos no pudieran imponer sus decisiones. Para lograr este objetivo era imprescindible la realización de la Asamblea Universitaria, en donde todos los que la componen debían votar el cambio del estatuto.

Lograron su objetivo, se convocó a la Asamblea para que votara entre la propuesta de los estudiantes, que piden la modificación del estatuto de la universidad, y la de los docentes, que pretenden que las cosas queden como están. Parecía claro que se aprobaría la propuesta estudiantil, que había despertado mucha solidaridad en la ciudadanía y que contiene fundamentos indiscutibles.

Ayer se inició la Asamblea a las 8.30, pero he aquí que una hora después, esos mismos estudiantes que habían insistido en su realización decidieron invadir el rectorado, creando zozobra en los presentes, quienes se preparaban para empezar la votación. Ante esta situación, las autoridades del rectorado decidieron suspender el acto comicial por la falta de garantías que la presencia aparentemente amenazante de los estudiantes había provocado.

Aunque los jóvenes insistían en que su intención no era amedrentar, su actitud misma les contradecía. Más aún cuando surgieron versiones del motivo de esta toma de la institución: los estudiantes se habían enterado de que su propuesta iba a perder ante la de los docentes. Esto es inadmisible desde todo punto de vista y demuestra muy poco respeto a las reglas democráticas por las que debe regirse toda institución, y mucho más una educativa de la importancia de la UNA.

Cuando un sector acepta competir electoralmente con otro, lo hace con el conocimiento de que tiene tanta chance de ganar como de perder, y acepta las reglas del juego. Si en mitad de la contienda pretende cambiar las reglas y no permite que el acto continúe solamente porque sabe que va a perder, lo único que demuestra es una falta absoluta de espíritu democrático.

Todo esto resulta más grave y decepcionante, cuando surge de un grupo que desde el año pasado ha despertado mucho afecto y solidaridad de la ciudadanía. Todos nos hemos sentido orgullosos por la lucha de los universitarios, que con firmeza dieron guerra a la corrupción imperante en la institución, con importantes victorias.

Es más; que no se hayan rendido y sí continuado la lucha para vencer absolutamente al esquema corrupto que ha manejado la casa de estudio desde hace décadas, fue mucho más admirable y respetado.

Por eso es imposible encontrar una explicación lógica a la actitud que estos mismos jóvenes tuvieron ayer acosando a quienes debían decidir los destinos de la universidad. Podían salirse con la suya, porque su reclamo era justo; lo que resulta injusto es su último proceder.

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