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Irracional desinterés

Los paraguayos estamos acostumbrados a que nuestras autoridades aprovechen las ventajas que les da el poder para enriquecerse, priorizando por lejos sus intereses personales que las necesidades de la ciudadanía. Sin embargo, casi siempre, además de robar, intentan tomar decisiones que también puedan conseguir algún tipo de beneficio para la gente. Algo así como que intentan “compartir” aunque sea un poco de lo mucho que reciben del Estado.

Lo que nos sorprende y nos resulta absolutamente inentendible es que en el gobierno que tiene menos de un año no haya nadie entre sus integrantes, que muestre algún interés, por pequeño que fuere, hacia el país. Porque eso es exactamente lo que ocurre con el Ejecutivo y su plana mayor, a los que se suman los parlamentarios, más preocupados por sus disputas internas que por legislar para la gente. Lo único que les interesa es favorecer a los suyos y perseguir a sus contendientes, como si ellos y su entorno fueran el ombligo del mundo.

Y ni siquiera podemos decir que están robando a mansalva, como se denunciaba durante el –gracias a Dios- efímero gobierno liberal de Federico Franco. Acá lo que prima es la indiferencia, la inacción y las ansias de vedetismo. Nuestras actuales autoridades parecen pensar que necesitan promocionar su imagen, porque la gente se ha vuelto tan banal que prefiere una linda imagen que acciones que logren buenos resultados para todos.

No puede ser que no haya uno solo en el Ejecutivo que se detenga, observe la realidad, pare la oreja y capte que el país está, literalmente, haciendo agua por todas partes. No se le dio mucha importancia pero, en serio, la foto que corrió en las redes sociales, en donde la primera dama y Marly Figueredo se tomaban selfies en Pilar, con la ciudad inundada como fondo, es el reflejo exacto de la superficialidad e inutilidad de nuestra clase gubernamental.

Lo peor es que hay consecuencias ya, a menos de un año de la asunción, las que tienen que ver con el fracaso obtenido por la ANR en las municipales de Ciudad del Este y por la desazón tremenda que afecta a la ciudadanía, que tiene miedo hasta de comprar a crédito ante el futuro tan incierto que se vislumbra. Todo está parado; negocios y empresas que llevan muchos años en el mercado deben cerrar sus puertas porque ya nadie invierte, nadie compra, nadie tiene dinero más que para una cada vez más precaria supervivencia.

No hay esperanzas. La gran mayoría de la gente está aguardando que estos poco más de 4 años que faltan hasta el 2023 pasen lo más rápido posible, porque ya se sabe que durante este gobierno no va a pasar nada; no se van a tomar decisiones ni habrá un giro en el rumbo, porque el gobierno ha descubierto que es mucho más fácil dejar que el barco ande por su cuenta, sin importar que el agua está entrando por la borda, porque quienes lo integran están bien guarecidos y no corren peligro de mojarse.

Un gobierno que fue muy criticado por su inacción fue el de Lucho González Macchi, quien, decían, se pasaba el día borracho y dejaba que cada quien hiciera lo que le viniera en ganas. Pues bien, parece que el actual no le va a la zaga y no por el alcohol sino por la indiferencia. Todo hace pensar que, metido en su nube de pedo, el Ejecutivo prefiere mantenerse bien lejos de la realidad, a lo mejor porque no quiere despeinarse. Vaya uno a saber cuál es su motivo.

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