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CANBERRA.- Josie Ajak lleva 11 años en Australia desde que se mudó junto con sus padres desde Sudán del Sur a la edad de ocho años. Desde entonces casi no ha sufrido manifestaciones abiertas de racismo, a excepción de algunos episodios en la escuela.
El incidente tuvo lugar en la cafetería de Cairms donde trabaja, cuando Ajak se puso en la caja para atender a los clientes.
Fue entonces cuando una anciana en una silla de ruedas le dijo: “Me niego a ser atendida por una persona negra, ¿puedes llamar a una blanca?”. Ofendida y enfadada, Ajak pidió a la mujer que saliera de la cola. “Esta mujer es una racista y no vamos a atenderla”, dijo a sus compañeros de trabajo. La anciana racista permaneció cinco minutos esperando y luego se marchó enfadada. Cuando Ajak se lo contó a su amiga Jade Arevalo, la última quedó tan impactada que llevó su ira a Facebook.
“Josie es una de las personas más amables y amigables que se pueden encontrar, pero independientemente de su carácter, no merecía haber sido tratada de esta manera”, escribió.
“Lo peor es que esta repugnante señora se desplaza en una silla de ruedas, y podría entender lo difícil que es la vida cuando los demás te miran por encima del hombro”, añadió. Su publicación ha generado una ola de comentarios en apoyo a Ajak.
