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La CEP debe ser investigada por abusos en menores

Monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo.
Monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo.

Aunque la Iglesia haya investigado los casos de pedofilia en nuestro país, es obligación de las personas que estaban en conocimiento, denunciar ante el Estado un hecho de tal envergadura, para que sea sancionado según el Código Penal, que está por encima del Código de Derecho Canónico. Varios integrantes de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) habrían estado al tanto de la situación y lo callaron. El hecho puede tipificarse como complicidad.

ASUNCIÓN.-  El escándalo de los abusos sexuales contra menores desatado en la Argentina y donde el principal protagonista fue el sacerdote Carlos Ibáñez, recorre el mundo. Al ser cobijado en nuestro país por la misma CEP, no solo deja a las claras la poca credibilidad de la Iglesia Católica, sino también mal parado al país ante los inversionistas.

Durante una entrevista, el sociólogo José Carlos Rodríguez decía, el abuso sexual, la pedofilia, son delitos. “Resulta más perturbador porque acá, en lugar de moralizar, la Iglesia aparece como responsable de la perversión de menores. Un niño/a no es un pervertido, sino un agredido/a. La Iglesia que se ve a sí misma y se esfuerza por ser moralizadora aparece como inmoral y como pervertora. Debe ser juzgada por la ley y la sociedad”, afirmó.

Explica, que la línea oficial del clero, es evitar el escándalo. “Hoy inaceptable por las leyes, que persiguen también como delito al encubrimiento y a la complicidad. Un cura pederasta mantenido en su puesto es un victimario compulsivo de niños. Si sus superiores y pares lo sabían, eran cómplices y encubridores del delincuente. Fue el caso en Estados Unidos, Irlanda, Alemania, Austria e Italia”.
La Iglesia paraguaya estaba al tanto del caso del cura argentino Carlos Ibáñez, investigado por supuesto abuso sexual a 10 jóvenes en Bell Ville, provincia de Córdoba (Argentina), pero aseguran que ninguna denuncia sobre el sacerdote fue presentada en nuestro país.

El arzobispo, Monseñor Edmundo Valenzuela, en una actitud que raya el cinismo, recordó que el mandato del papa Francisco es “tolerancia cero” con los padres acusados de violadores. “Debemos mejorar todos y ustedes pueden sugerirnos que debemos hacer (…) El problema no es la estadística, es la madurez social, el problema es moral”, sentenció.

Pidió disculpas por introducir a la Iglesia paraguaya a sacerdotes argentinos. “Pedimos disculpas porque somos muy inocentes. En Paraguay confiamos demasiado en la gente, más todavía cuando es extranjero. Hay que aprender a ser más suspicaces, más atentos con los que vienen de afuera”, finalizó. Con estas palabras trató de tapar “el sol con el dedo”.

Con las documentaciones del Obispado de Villa María queda demostrado que Ibáñez llegó a Paraguay en forma clandestina y suspendido como sacerdote, por lo que no debería haber oficiado actividades religiosas. No obstante, el clérigo argentino encontró en nuestro país las puertas abiertas para seguir ejerciendo actividades eclesiásticas, haciéndose cargo de bautismos, casamientos y oficiando misas, algunas de ellas hasta en la mismísima Catedral de San Lorenzo.

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