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La cruda verdad

Se sentían tan seguros en su nube que pensaron que podían seguir haciendo y diciendo lo que se les antojara, porque la ciudadanía tenía estómago suficiente para aguantar todos sus desaciertos. Y posiblemente hubiera sido así si no fuera que el atentado en el que murió un niño de 5 años, y que fue producto de un enfrentamiento entre mafias, tocó fibras tan íntimas de la gente, que esos mismos que los aplaudían hasta hace poco, reaccionaron con indignación en contra de Efraín Alegre, Rafael Filizzola, Mario Abdo Benítez, Aldo Zuccolillo y otros personajes que pretendieron aprovechar la tragedia para conseguir rédito político.

Gritaron de manera desaforada que la inseguridad había tomado las calles, sin tener en cuenta que esto no fue un asalto de motochorros o caballos locos; aquí nunca estuvo en peligro la gente común como pretendieron aducir. Esta fue una muerte por encargo, inscripta en la lucha que libran las bandas mafiosas del narcotráfico. Aunque el hecho de que un niño de 5 años haya sido la víctima principal haya dado un componente de fuerte sensibilidad, lo que ocurrió fue consecuencia de una guerra entre mafiosos.

Este vil intento de banalizar un hecho grave, sumado a lo ocurrido con el niño, es lo que despertó la indignación de la ciudadanía. Por eso, la misma gente que pensaba que ellos eran la alternativa válida, por el único mérito de hacer oposición salvaje al gobierno de Horacio Cartes, es la que hoy decidió darles la espalda y demostrar en las redes sociales todo el desprecio y el asco que les produjo su poco inteligente actitud.

Las notas publicadas por el diario ABC y otros medios considerados “independientes”, que tenían como protagonistas a Alegre, Filizzola y otros integrantes del nefasto grupete creado en el Senado, fueron tan repudiadas por la gente que tuvo que haber sido un balde de agua fría para ellos. Ninguno de los que opinó en las redes sociales dejó de recordar el nefasto legajo de cada uno de ellos, varios de los cuales tienen evidentes cuentas pendientes con la Justicia.

Es importante tener en cuenta que aquí no hubo una contraofensiva cartista a la caradurez mediática promocionada por Zuccolillo y sus secuaces. Nadie de quienes entraron a denostar la actitud de Alegre y compañía lo hicieron defendiendo al gobierno, sino dejando sentado su hartazgo ante una evidente manipulación interesada. En todas las opiniones se tenía la sensación de que el atentado del miércoles pasado pasó a formar parte de la campaña electoralista de disidentes y opositores, y eso parece haber sido demasiado para el resistente estómago de la ciudadanía paraguaya.

Comentarios que recordaban a Alegre su implicación en negociados con la “ruta de la mentira” en el MOPC, o a Filizzola con la compra de helicópteros en el Ministerio del Interior, dejaron claro que los ciudadanos paraguayos están informados y con opinión propia sobre lo que ocurre en el país.

Alguien dijo alguna vez que en el Paraguay nadie pierde o gana reputación; afortunadamente pareciera que eso ya pertenece al pasado. Hoy es obvio que la gente puede sacar conclusiones claras sobre la historia de quienes pretenden seguir ocupando cargos públicos, viviendo del Estado. Sería interesante saber si Alegre, Filizzola y su caterva de politiqueros, además del “gran empresarios de los medios de comunicación” tuvieron la capacidad suficiente para aprender la lección.

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