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La dictadura de la minoría

La situación a la que se ha llegado en este conflicto sobre la enmienda es tan absurda que todo lo aprendido en doctrina ha quedado fuera de vigencia. Resulta que quienes alientan la rebelión de la gente y la violencia recurren a estos métodos extremos ante la impotencia que les genera no tener mayoría en las cámaras del Congreso y, posiblemente, en la ciudadanía, para imponer sus ideas.

Efraín Alegre y Rafael Filizzola, convertidos en ídolos de pacotilla, se juegan el todo por el todo con tal de impedir la reelección, que automáticamente los dejaría fuera de la arena política, y para ello pretenden imponer una dictadura de los sectores que los siguen, que son claramente minoritarios en todos los ámbitos.

No solamente han instigado a la violencia, cuya consecuencia, la muerte del joven Rodrigo Quintana, siguen sin asumir; también han alentado los escraches a políticos y periodistas que no piensan como ellos, como si tener una opinión diferente sea un delito. Esto se siente hasta en las redes sociales, en donde las agresiones a quienes osan manifestarse a favor de la enmienda se suceden permanentemente, protagonizados por ciudadanos que están, absurdamente, convencidos de que los políticos que se oponen a la reelección lo hacen por patriotismo o por ser defensores de la Constitución Nacional.

A pesar de la responsabilidad política de Alegre y Filizzola en la muerte de Rodrigo, insistimos en la necesidad de que la Fiscalía identifique claramente a los actores materiales y autores intelectuales, quienes deben ser castigados con todo el peso de la ley, lo que es de suma importancia para lograr la pacificación de este ya tan vapuleado país.

Hemos llegado a un punto límite, al que durante 28 años no nos habíamos ni siquiera acercado. El respeto a las libertades públicas y al derecho de opinión fue uno de los más grandes logros de este proceso que empezó con el derrocamiento de la dictadura. Pues bien. Esto ya no es así. Aquí y ahora, quien no está de acuerdo con lo que piensa la minoría, que tiene el apoyo de grandes medios de comunicación, debe permanecer en silencio, so pena de arriesgarse a un ataque salvaje en contra suya y de su familia.

Alegre y Filizzola amenazan con continuar esta ola de violencia hasta las últimas consecuencias. Si Diputados aprueba el proyecto de enmienda, su acción se centrará en el Tribunal Superior de Justicia Electoral a fin de evitar que pueda convocar a la ciudadanía para que, vía referéndum, pueda decidir si aprueba o no que la reelección sea incluida en la Constitución. En el supuesto de que no puedan impedir la convocatoria, amenazan con llegar a la Corte para que declare su inconstitucionalidad.

No tienen la menor intención de analizar el terrible daño que todo esto daría a la institucionalidad de la República, puesto que se daría la absurda situación de que el proceso de enmienda quedara a mitad de camino, en el caso, claro, de que se pudieran salir con la suya.

Ellos saben que deben evitar a toda costa el referéndum, porque están secretamente convencidos de que allí ganará el SÍ, lo que implicará su muerte política. Porque estos personajes solamente pueden tener alguna chance electoral si no están en competencia Horacio Cartes o Fernando Lugo.

Así que estamos en esta situación. Los mismos políticos que hace unos días cuestionaban que se dijera que en democracia la mayoría manda, son los que ahora pretenden imponer una dictadura de la minoría. Y están dispuestos a llegar a extremos impensados, sin importarles mínimamente que Quintana no sea la única víctima que lamentar en este conflicto inspirado solamente por sus apetitos personales.

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