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La hipocresía de Lugo

Casi nadie puede explicar cuál es el objetivo que persigue Fernando Lugo al dar mensajes tan dispares a su electorado. Por un lado, rechaza la reelección vía enmienda mientras instruye a sus senadores a que apoyen el proyecto, y por el otro lleva adelante una intensa campaña proselitista en el interior del país, sobre la base de que será justamente la enmienda la que le habilitará para un segundo mandato.

Él sabe que está teniendo una actitud hipócrita y engañosa, y no tuvo problema en reconocerlo días atrás, cuando, muy suelto de cuerpo, dijo que “todos somos un poquito hipócritas”, como si eso fuera aval de respeto y potabilidad de un candidato. O bien, a pesar de sus recorridos y de los resultados de la elección del 2008, sigue sin conocer al paraguayo, que no quiere que se le siga vendiendo espejitos sino dar su apoyo a quien le ofrezca un futuro seguro, y, sobre todo, cierto.

Si Lugo vota en contra de la enmienda, y cuando esta sea aprobada, se aprovecha de ella para postularse a la reelección, el castigo del electorado puede ser contundente y muy, muy dañino. Es cierto que, hasta ahora, las encuestas publicadas lo muestran muy bien posicionado en el caso de que se apruebe el segundo mandato; pero no es menos cierto que hay sectores luguistas del interior del país que se revuelven nerviosos y bastante hartos de escuchar a su líder, por el que piensan jugarse y por quien apoyan la enmienda, hablar en contra de la misma.

El exobispo no puede decir que la enmienda es inconstitucional, y luego utilizarla para volver a candidatarse. Es cierto que nuestra política criolla no es ni coherente ni demasiado creíble, pero esto ya sobrepasaría cualquier experiencia anterior.

Y mucho más grave sería si es que la enmienda no consigue salvar el escollo del Senado por la falta de 1 voto, el que debía dar quien más se beneficiaría con su aprobación. Allí sí, la condena del campesinado que ya no quiere votar al Partido Colorado y que ve a Lugo como la única vía de vencer a la estructura, sería contundente y sin vuelta atrás.

Todo lo que está haciendo este señor desde que se inició el debate por la enmienda es engañoso y retorcido. Como votó en contra del proyecto el 25 de agosto del año pasado, ahora pretende mostrarse coherente y anuncia que sigue con la misma postura, aunque sotto voce –y no tanto- instruye a los otros 4 senadores del Frente Guasu a trabajar en favor de esta vía, la cual, parece, para él es inconstitucional en público y perfectamente constitucional en privado.

Este no es cualquier momento en la vida política nacional de las últimas décadas. Aquí se está definiendo un modelo de país que es el que regirá a las generaciones futuras, y, aunque es la ciudadanía la que decidirá si acepta o no la reelección vía enmienda, son los líderes quienes la guiarán para tomar el camino más adecuado y que más convenga a todos.

No es tiempo de duda, ni de medias tintas, ni de sí pero no. Es tiempo de jugarse por una idea de manera abierta, sin engaños de ninguna laya. Esto parece no entenderlo Fernando Lugo y el costo político que podría pagar por esta ambivalencia podría ser muy alto.

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