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La histeria mediática sobre el “desbloqueo”

En un par de semanas, el muy propagandizado proyecto de “desbloqueo de las listas sábana” podría ser sancionado por el Congreso. Desde el 2002 hasta la fecha, la iniciativa fue presentada como si fuera la “panacea” de la democracia, la cura para todos sus males, un remedio “milagroso”; mientras que oponerse a ella significaría “un grave atentado contra la libertad del elector” y “una distorsión de la voluntad popular”. Pero, ¿Realmente es ésta la disyuntiva a la que se enfrentan los legisladores? La verdad es que, si analizamos el tema despojándonos de las frases “grandilocuentes” y “tremendistas” a las que recurren los medios de prensa al referirse a esta cuestión, podremos concluir rápidamente que no, sobre todo si traemos a la vista la experiencia de América Latina en esta materia, en algunos de cuyos países forma parte de su legislación electoral, sin que eso los haga más democráticos que aquellos en donde no integra su estructura jurídica.

Si uno lee las publicaciones de ABC Color, por ejemplo, pareciera que la calidad de la democracia y el futuro mismo de la República dependen de la aprobación del citado proyecto. En su editorial de la víspera, tras una larga diatriba contra los legisladores y de hacer referencia a la “gesta ciudadana” contra la enmienda, lanza una especie de proclama, como ya es su costumbre en los últimos tiempos: “Es hora de que los ciudadanos y las ciudadanas vuelvan a levantarse en defensa del voto y en contra de la imposición fraudulenta que beneficia, en primer lugar, a delincuentes disfrazados de parlamentarios”. Sencillamente, delirante. Una de las tantas salvajadas mediáticas, propiciada por perfectos incapaces de abordar un debate de manera civilizada, quienes además, no sabemos a razón de qué, se arrogan la representación de toda la ciudadanía a la hora de decir lo que ésta quiere o rechaza.

Ahora vayamos  a la discusión sobre el “desbloqueo”, que, repetimos, no es algo trascendental para el régimen institucional. Los argumentos de los que apuestan a dicha fórmula giran en torno a que así nos liberaríamos de los dinosaurios que habitan el Parlamento por el solo hecho de formar parte de la lista, en alguna ubicación que ni siquiera se los visualiza, a cambio del dinero que aportan para tal efecto. A esto agregan que por esa vía se elegirá a otros con mejor perfil, quienes en la actualidad tienen pocas chances o ninguna.

Lo primero es completamente falso. Los “dinosaurios” con plata tendrán las mismas probabilidades de siempre, ya sea como parte de una lista o encabezando una propia, total, plata no les va a faltar para propomocionar su figura. Y otros incluso sin necesidad de gastar tanto, como Galaverna, quien después de 24 años de parlamentario, armó una lista, se puso al frente de ella y fue nuevamente electo.

En cuanto a lo segundo, a los del supuesto “mejor perfil”, es eso, solo un supuesto, pues nadie puede garantizar que un Waldino Ramón Lovera, si existiera, esté aunque más no sea en el puesto 35 de la lista de senadores de la ANR, o un Evelio Fernández Arévalo en un lugar similar, en la del radicalismo auténtico. Sin embargo, como toda hipótesis, tampoco puede descartarse de ante mano, por más que parezca dificil de producirse, considerando la “cosecha” de políticos que hay en el presente.

Puestas las cosas de esta manera y asignándole a la discusión la importancia que en verdad tiene, los legisladores deberían debatir el proyecto y pronunciarse con total tranquilidad a favor o en contra del “desbloqueo”, o que éste se restrinja a las internas partidarias o que también se aplique en los comicios generales. Pero para eso deben hacer caso omiso a las histerias mediáticas de los hacedores de violencia, que plantean como tema capital lo que ni por asomo es de vida o muerte.

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