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Según el Banco Central del Paraguay (BCP), organismo declarado casi sacrosanto por los últimos cinco gobiernos, incluyendo el actual, el consumo de los paraguayos mantuvo un ritmo de crecimiento del 3,9% en los tres últimos años de la anterior administración, alcanzando un record del 5% en el primer trimestre del 2018. Los problemas en esta materia comenzaron a sentirse en meses recientes, como consecuencia de la desaceleración económica que ya nadie discute. Sin embargo, Marito sostuvo ayer que la caída del consumo viene dándose desde hace ya 3 años, aunque no citó fuentes, lo que convierte sus declaraciones en un mal intento por culpar al pasado de los problemas del presente, que en nada contribuye a buscar las soluciones pertinentes.
Lo dijo al pasar, seguramente en el afán de justificar los nubarrones que se ciernen sobre la economía y que hasta ahora no explican con claridad ni el presidente, ni los miembros del Equipo Económico Nacional, de los cuales ya escuchamos varias versiones. Que no hay desaceleración, que ésta existe pero afecta solo de manera “puntual” a algunas industrias, que no hubo disminución del consumo, que sí hubo pero fue leve en el mes de enero y, ahora, que no solo hubo sino que se viene registrando desde hace tres años.
Es común que las autoridades nacionales mientan respecto a temas sensibles, por temor al costo político que eso les pueda significar. Y esto, censurable en todos los ámbitos, lo es más cuando se trata de la economía, cuando manipulan los datos deliberadamente o “guitarrean” sobre ellos. Pero no le engañan “al común” de los ciudadanos, que contrastan lo que dicen con la realidad inequívoca de sus bolsillos; tampoco a los empresarios, a quienes quema las manos esos fríos datos macroeconómicos. Y menos que menos a organismos financieros internacionales, potenciales inversores, etcétera, etcétera, ante los cuales, a lo sumo, proyectan una imagen de improvisados.
En contrapartida, es mucho más sano, más serio y les generará menos costos, o ninguno, reconocer los problemas tal cual se presentan y dimensionarlos adecuadamente, como lo hicieron recientemente autoridades económicas del gobierno anterior (Santiago Peña y Carlos Fernández Valdovinos) o el propio Fondo Monetario, que pintaron un panorama con obstáculos, pero superables.
Si el consumo bajó, como bajó, es porque la gente tiene menos dinero disponible, porque “hay poco circulante”, debido a la famosa “desaceleración” de la economía, que sigue creciendo, pero a un ritmo más lento. Y tanto la receta del FMI, como de los economistas más destacados de nuestro país es unánime: Inversión pública, obras que demanden trabajo, o sea, keynesianismo puro y no medidas de corte neoliberal, que se basan en el ajuste.
Ya deben dejar de juguetera por tanto con el espejito retrovisor y comenzara empujar el carro hacia adelante. No hay campaña electoral a corto plazo, salvo el caso puntual de la municipalidad de CDE, en la que el oficialismo no tiene competencia interna; no hay confrontaciones políticas en desarrollo y hasta podría decirse que no hay oposición, ni fuera ni dentro del partido colorado, como tampoco desde los medios de prensa, que mayoritariamente están concertados con el oficialismo. En resumidas cuentas, el gobierno tiene el campo absolutamente despejado, por lo cual, aquello que haga o deje de hacer es entera responsabilidad suya.
Ni el país marcha sobre rieles, como pintan el gobierno y el grupo ABC, ni estamos al borde del abismo, como nos quieren hacer creer los medios de A.J Vierci.
La economía crecerá este año a un ritmo inferior al de los anteriores y el consumo esta resentido. ¿Tiene solución? Todos los analistas coinciden en que sí la tiene, pues existen los recursos para ejecutar un agresivo plan de inversiones.
Pero claro, eso dependerá de la capacidad de gestión de las autoridades nacionales, algo en lo que hasta ahora no se destacaron precisamente.