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La “tilinguería” no tiene signo político

En ocasiones, los periodistas, analistas y observadores en general, esperamos que los políticos actúen en función a sus convicciones ideológicas, sus proyectos de país, etcétera y, por supuesto, nos equivocamos a lo grande. En general, se mueven por cuestiones más primarias, unas veces “pecuniarias”, otras emocionales -también básicas-, cargadas de resentimientos y frustraciones. Solo así se explica que “tirios” y “troyanos” conformen un bloque único en el Senado desde hace tiempo, que desde polos teóricamente opuestos, stronistas, liberales y luguistas compartan objetivos comunes, siempre sórdidos, pero en perfecta armonía con sus estrechas mentes. Tal es el caso del descabellado “impuestazo” al tabaco concebido única y exclusivamente para “joderle” a Horacio Cartes, dueño de la mayor industria del sector, sin tomar en consideración que una medida de esta naturaleza resultaría terrible para más de 20.000 familias que dependen de dicha actividad y privaría al fisco de los ingresos millonarios que hoy aportan las tabacaleras.

Según el “genial” cálculo de Lugo, Marito y los seguidores de Efraín, la suba impositiva que dispusieron, de entre el 80% y el 110%, más un arancel de 1.500 guaraníes por cajetilla, permitiría al Estado paraguayo recaudar 500 millones de dólares, en lugar de los 64 millones que supuestamente tributa esta rama de la industria.  Pero como dice el refrán, “el papel aguanta todo”, no solo porque faltan a la verdad respecto al porte de dicho sector, cuyo promedio anual es de 120 millones de dólares, sino porque la suma sideral que proyectan nadie sabe de dónde saldría.

Sin embargo, eso solo se da en “el papel”, sometido al garabato de quienes desconocen cómo funciona el sistema tributario, ni les interesa conocer, porque se les explicó de todas las formas posibles sobre las inconveniencias del proyecto, como se hizo tiempo atrás con la “Ley de Condonación” de deudas a los campesinos, e igual votaron por su aprobación.

En la realidad, ni Cartes, ni Bill Gates, ni el almacenero de la esquina, se mantendría en el ramo que operan si, por ocurrencia de una banda de irresponsables, tienen que pagar el doble de lo que ya vienen pagando o, si nos basamos en lo que afirman los proyectistas, el 800% más, porque saltaría de US$ 64 millones a… ¡US$ 500 millones! Ellos o cualquier otro “bajarían la cortina” e invertirían en otros negocios que le resulten rentables. Así de simple. Y en este caso, el Estado dejaría de recaudar 120 millones de dólares, que según los promotores del impuestazo son 64.

Ahora bien, ni Lugo, ni Marito, ni los senadores liberales que responden a Efraín, dijeron una palabra sobre el “daño colateral” que causarían a más de 20.000 familias paraguayas si este mamotreto se convirtiera en Ley. Pasaron por alto el “pequeño detalle” de que las tabacaleras brindan empleo formal a unos 4.000 trabajadores, que en San Pedro y Concepción hay 16.250 personas (jefes de familia) dedicadas al cultivo, la cosecha y comercialización del tabaco, incluyendo a productores, contratados para todo el ciclo agrícola, proveedores, personal técnico y administrativo.

Sin embargo, nada de esto les importa. Lo único que persiguen es destruir la industria del tabaco para “joderle” a Cartes, cuando en realidad a quienes “joden” es a miles de familias humildes y al país, que de previsible pasaría a ser una “caja de pandora” en donde nadie se atrevería a invertir un centavo.

Pues bien, en lo que respecta al Senado, estamos en manos de estos desquiciados de derecha e izquierda, a quienes los une el odio al actual presidente y a partir de eso definen sus desastrosas actuaciones, confirmando con ello que la “tilinguería” no tiene signo político ni ideológico.

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