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Con la voluntad popular no se juega

La situación del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) es más grave de lo que pensábamos. Su presidente y ex presidenciable, Efraín Alegre, salió a gritar a los cuatro vientos que “hubo un fraude generalizado”. A él  se sumaron luego su lugarteniente de siempre, Desiré Masi, lo que no causa la menor extrañeza, y también el líder del Frente Guasu y titular del Congreso, Fernando Lugo, quien exigió la suspensión del juzgamiento de las actas electorales, a lo que él llama conteo de votos. El objetivo no es otro más que embarrar la cancha e intentar justificar de algún modo la derrota de la alianza, con el agravante de que están poniendo en entredicho el resultado de la voluntad popular, resueltos a no acatarla por el simple hecho de que no les fue favorable.

¿Fraude? ¿Y dónde están las denuncias hechas en las mesas? ¿Dónde están las impugnaciones? ¿Cómo es posible que nadie se haya enterado de ellas el día de los comicios, calificados por unos y otros desde normales y tranquilas, hasta ejemplares? Es más,  si se hubiera registrado algún acto fraudulento, el PLRA y el Frente Guasu serían los principales responsables, porque dichas organizaciones contaron con dos de los tres miembros de las mesas, quienes al término del escrutinio recibieron el certificado de resultados electorales, así como dos de los tres componentes de las Juntas Cívicas.

Lo que ahora se está llevando a cabo en ámbitos del Tribunal Superior de Justicia Electoral es el juzgamiento de las actas suscritas por los tres miembros de cada una de las mesas. Y, ¡vaya sorpresa!, antes de que estas sean juzgadas y se plantearan observaciones, la dirigencia opositora denunció el supuesto fraude. Insistimos, antes de que las actas electorales sean juzgadas, eventualmente  observadas y, desde luego, mucho antes de que el TSJE analizara y se expidiera al respecto.

Otra cuestión de fundamental importancia, que los denunciantes prefieren soslayar para poder seguir adelante con su plan de agitar las aguas, es que el juzgamiento se está llevando a cabo en presencia de representantes de todos los partidos y movimientos que tomaron parte de los comicios del pasado domingo. No es un proceso restringido a los funcionarios del organismo electoral, “secreto”, ni nada por el estilo. Es absolutamente público, tal como reclamaban ayer algunos comunicadores  de ABC Cardinal, tal vez por ignorancia.

Más claro, imposible. La transparencia siempre ha caracterizado a las sucesivas elecciones realizadas en nuestro país, y éstas no fueron la excepción. Por eso tampoco hubo el menor reclamo referido al tema por parte de los observadores de la Unión Europea y de la Organización de Estados Americanos (OEA), y por algo  también el presidente electo ya recibió los saludos de gobiernos de la región y de los Estados Unidos, lo cual implica un reconocimiento explícito a los comicios recientemente celebrados.

La cúpula del PLRA y de la Alianza, con Efraín, Desirée y Lugo a la cabeza, deberían recuperar la cordura, porque con el resultado de la voluntad popular no se juega. Que no piensen que pueden desconocerla o torcerla por medio de la violencia, organizando turbas como las que en marzo del 2017 atropellaron el Congreso y le prendieron fuego.

Esta vez no existe posibilidad alguna de que se salgan con la suya. Se trata de algo infinitamente más relevante a si se aprueba o se rechaza la figura de la reelección. Es el respeto a la democracia misma y son demasiados los ciudadanos, sobre todo colorados, que no vacilarán mucho en salir a defender el resultado de las urnas, de sus votos, aún sin ser convocados por su partido.

No provoquen un estado de crispación y confrontación, de la cual, encima, saldrán perdidosos. ¡Recapaciten!

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