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¿La Voz del Coloradismo?

Las comunicaciones constituyen un aspecto vital de todo gobierno y uno de los mayores déficit de la actual administración. Así lo reconocieron dirigentes de la ANR durante una reunión que mantuvieron el pasado miércoles con propietarios de radios del interior. Pero la iniciativa, si bien pudo haber sido un intento por superar el notorio problema, se convirtió en un capítulo más de esta historia de desaciertos que ya lleva más de tres años.

Del evento tomaron parte más de 250 estaciones, que antes respaldaron la candidatura de HC y, en general, simpatizan con su gestión. A éstas se les propuso  coordinar acciones para difundir las acciones del Ejecutivo, que deliberadamente son ignoradas por los grandes grupos mediáticos, como los que encabezan Vierci y Zuccolillo, a los que siguen incondicionalmente Rubín y otros “próceres” del periodismo paraguayo.

Hasta ahí no hay nada que cuestionar. Es natural que medios afines establezcan estrategias comunes, como en la práctica lo hacen diarios y radios asumidamente opositores, sin necesidad de reunirseen un salón de eventos. Sin embargo, la sucesión de errores comenzó desde el mismo momento en que hicieron uso de la palabra el vicepresidente Juan Afara y el titular colorado, Pedro Alliana, al destacar, entre otras cosas, que el contenido del acuerdo era “político-comercial”, que dichas emisoras recibirían respaldo publicitario y que la coordinación de las tareas correría por cuenta de… la SICOM y CONATEL.

Por supuesto que la reacción de la prensa hostil al gobierno no se hizo esperar. La “línea”, como siempre, fue impartida por ABC Color y los demás medios hicieron de caja de resonancia, llámese Ñandutí, Ultima Hora o Telefuturo.  ¿Y cuál fue ésta? Rememorar “La Voz del Coloradismo”, de tiempos del stronismo, para arremeter contra un proyecto altamente vulnerable.

La comparación histórica es un reverendo disparate y Humberto Rubín, que fogoneó todo el día con el tema, bien lo sabe. Ni a él, ni a ningún propietario de radio, la dictadura “proponía” difundir sus acciones. A las 20:00 horas tenían que poner la tenebrosa cortina y el programa arrancaba con el contenido de siempre: perseguir implacablemente a los que enfrentaban al régimen totalitario. Punto.

Dejando de lado esta ridícula comparación con el pasado, pues en el caso en cuestión no hay coacción alguna, ni planes persecutorios, sino afinidades políticas, vayamos a la segunda cuestión que plantean los que en la víspera se rasgaron las vestiduras: la plata. En los ataques de Zuccolillo, Vierci y Rubín no hay una pizca de honestidad periodística, sino motivaciones puramente económicas, como el enojo por los millones de dólares que dejaron de percibir en concepto de publicidad, entre otros privilegios perdidos, y sus planes de instalar en el Palacio a un presidente que les sea funcional a sus intereses. En este contexto, la metida de pata de los “expertos” en comunicación del oficialismo les vino como anillo al dedo.

Si hay algo que cuestionar al encuentro del miércoles, además de la “chambonada” de anunciar públicamente cómo se administrará la pauta oficial, es haber mezclado de manera torpe e innecesaria a instituciones públicas con empresas privadas. Y desde luego, asignar la coordinación del proyecto a la que, justamente, ya fracasó en toda la línea (SICOM), además de darle protagonismo a otra (CONATEL) que no tiene vela en el entierro.

HC no necesita nada de esto. Lo que precisa es que los órganos públicos de comunicación hagan lo que hasta ahora no hicieron: informar cabalmente sobre los múltiples emprendimiento en desarrollo desde las diversas plataformas que cuentan; proporcionar esas informaciones a todos los medios; explicar y defender las posiciones del Ejecutivo ante la opinión pública; y no rehuir a la confrontación con los medios que sistemáticamente desinforman a fin de deteriorar la imagen del gobierno.

Estos son algunos aspectos básicos, elementales, del giro de timón que requiere el oficialismo en el área de las comunicaciones. Si no está en condiciones de hacerlo, sea por falta de recursos humanos o por lo que fuere, es preferible el letargo de siempre, porque el tipo de remedios que algunos ahora creen haber “descubierto”, le hace más daño al paciente.

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