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Las estadísticas que desesperan

“La macroeconomía está bien, pero la ´micro´ nunca se enteró de eso”; “no hay efecto derrame y los beneficios del crecimiento solo se manifiestan en la cima de la piramide social” o “aumenta el PIB, pero los que tienen menos están cada vez peor”, son algunas de las afirmaciones que economistas y medios de prensa difunden con mucha frecuencia. Y durante años fue así. Pero como las estadísticas no mienten, una revisión de éstas indican que las cosas comenzaron a cambiar en los últimos años y lo hicieron para bien, como lo demostró recientemente la viceministra de Economía, Lea Giménez, en declaraciones que esos mismos medios prefirieron ocultar, en lugar de ofrecer algún dato que refutara los sostenido por dicha funcionaria para “confirmar” el panorama apocalíptico que proyectan todos los días.

Veamos algunos de los números expuestos por Giménez. En primer lugar, los referentes  a los programas  sociales, que experimentaron un notorio crecimiento entre el 2013 y el 2016. Tekoporã tuvo un incremento del 69% en ese periodo, brindando cobertura a un total de 141.000 familias en la actualidad, mientras que el de Adultos Mayores tuvo un crecimiento del 79%, abarcando con su asistencia a un total de 168.000 personas de la tercera edad.

La viceministra también se refirió a los avances sin precedentes que se registraron en materia de viviendas populares. En efecto, la Senavitat invirtió en tres años más del doble de lo que se había destinado a este rubro en los 10 años previos, lo cual hizo posible que más de 16.000 familias de escasos recursos accedieran a una casa digna,dotada de todos los servicios básicos.

El mismo fenómeno se produjo en el campo de las obras públicas,a las que el MOPC destinó en los últimos tres años más recursos que durante los gobiernos de Nicanor Duarte Frutos, Fernando Lugo y Federico Franco, juntos, alcanzando en el 2016 una inversión de aproximadamente 600 millones de dólares, lo cual tiene un efecto determinante en la economía y, especialmente, en la generación de empleos, tanto directos como indirectos, que se potencian en torno a los emprendimientos en desarrollo.

Los indicaros son igualmente positivos en el terreno de la maquila. Giménez apuntó que entre el 2008 y el 2011 se instalaron bajo esa modalidad un total de 32 empresas y se crearon 1.059 empleos; cifras altamente superadas en el periodo 2013 al 2016, cuando ascendieron a 166 firmas y a 6.710 empleos.

Entonces, ¿Hay o no hay efecto “derrame”, fruto del crecimiento de la economía?. ¿Es mito o realidad que, al menos en los últimos años, los sectores más humildes de la población “no sienten” las consecuencias del buen desempeño macroeconómico?.

La respuesta se desprende de los indicadores antes mencionados, que fueron posibles, según Lea Giménez, merced a la política económica enfocada en optimizar el uso de los recursos públicos, priorizar la inversión social y promover la diversificación de nuestra matriz productiva, potenciando para el efecto la inversión privada y, con gran énfasis, las obras públicas.

Esta fórmula permitió que el Paraguay fuera una excepción en la región, en donde las principales economías vienen experimentando un crecimiento negativo, con las consabidas secuelas sociales que esto supone.Y a diferencia de las fracasadas políticas prebendarias que nos enclavaron al atraso y la pobreza, es la vía para beneficiar a mayor cantidad de paraguayos, como está a la vista, y seguir afrontando los retos que aún enfrenta nuestro país en materia de inequidad social y escaso desarrallo.

El “derrame” ya se siente y, a medida que transcurran los meses, se sentirá con más fuerzas, considerando los proyectos que están en curso. A eso probablemente obedezca el excesivo nerviosismo político de los que se postulan como “alternativa” al cartismo, incluyendo a Vierci y Zuccolillo, quienes a falta de argumentos para rebatir estos datos de la realidad que tanto les preocupa, optan por ocultarlos ante la opinión pública.

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