CARACAS.- Giovanni Plaza huyó a Colombia para vencer al VIH que lo estaba matando en Venezuela. Tuvo suerte y le regalaron los medicamentos, pero la necesidad obliga a sus compatriotas a comprarles a vendedores informales en el puente que une ambos países. Y esos remedios pueden estar vencidos, dañados o ser placebos.
De todas formas, la escasez y la hiperinflación empujan a buscar cualquier opción al alcance. Incluso un fármaco a un precio sospechoso promocionado por un desconocido en el puente internacional Simón Bolívar.
“Estuve muriéndome prácticamente en Venezuela por no tener una buena alimentación y no tener medicamentos, los antirretrovirales”, cuenta Giovanni, que contrajo el virus hace 5 años.
En diciembre cruzó a la ciudad colombiana de Cúcuta con la esperanza de hallar la droga que mantuviera a raya su condición, empeorada tras contraer un paludismo que tampoco le pudieron atender en su país.
Una organización estadounidense que atiende en Cúcuta a miles de migrantes (quienes huyen de la peor crisis de la historia moderna de Venezuela) le brindó gratuitamente el tratamiento.
La escasez de medicamentos en Venezuela ronda el 85%. Miles de enfermos con afecciones crónicas tienen dificultades para acceder a sus tratamientos, según ONG y grupos humanitarios críticos de un gobierno reacio a reconocer una crisis humanitaria.
En el viejo puente Simón Bolívar una mujer de gorra roja vende 30 pastillas de acetaminofén (analgésicos) a unos 60 centavos de dólar; las 20 tabletas cuestan unos 3,8 dólares en cualquier farmacia de Bogotá.