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Llegó la hora de frenar al EPP y sus secuaces

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

El secuestro del ganadero Félix Urbieta Ramírez, un sacrificado hombre de estirpe campesina, oriundo de una tradicional comunidad: “Belén-cué” y de una muy apreciada familia evidencia la total falta de humanidad de los epepistas como sus secuaces.

De resultar positiva la versión que apunta hacia la pareja conformada por Alejandro Ramos y su esposa, Lourdes Ramírez, como responsables del secuestro del ganadero horqueteño, simplemente se estará confirmando una vez más la deshumanización al que han caído los reclutados por el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), Agrupación Campesina Armada (ACA) y sus secuaces.

Los principales sospechosos del rapto serían los hijos de la pareja Ramos-Ramírez, parientes sanguíneos y muy cercanos con la víctima del ultraje, los mismos quienes habrían emboscado a los 8 militares en la mañana del tétrico sábado 27 de agosto, aunque las armas la exhibieron los hermanos Villalba, quienes comandan el EPP desde su creación con ese nombre, en marzo del 2.008.

Pero sin importar quienes fueron, actúan con total salvajismo, no hay piedad, ni tolerancia con nadie, no respetan edades, jerarquías ni condición social, violan los Derechos Humanos.

Si arrebataron la vida a la jovial Cecilia Cubas, ya en el 2.004, si acribillaron a Luis Alberto Lindstron, el político-ganadero con gran carisma que cumplió a cabalidad con sus captores y asesinaron sin contemplación a 8 militares de baja jerarquía, todos hijos de humildes familias, algunas campesinas, no es raro que sigan creando zozobra con más secuestros y otros terribles crímenes.

Pero lo raro es que tengan a 4 secuestrados al mismo tiempo, a sabiendas de la gran cobertura que esto requiere para asegurar a cada uno de ellos, así como la logística que requiere a partir de la alimentación así como sus eventuales traslados para evitar ser alcanzados por los uniformados o que éstos dejen rastros en sus desplazamientos.

Es evidente que se da una gran complicidad en varias comunidades de modo a sostener a estos grupos de secuestradores sea EPP, ACA o una tercera fuerza subversiva. Aunque en muchos casos, los campesinos no tienen otra opción más que obedecer las órdenes para evitar ser víctimas fatales de los subversivos, pero ya es momento de frenar a quienes involucrándose con el EPP, ACA y otros grupos de delincuentes tienen en zozobra al norte del país y se extienden peligrosamente hacia otras zonas.

No hay otra opción, más que combatir con sus mismas armas y de la forma en que éstos actúan, internar a grupos de élite en zonas boscosas, mimetizarse en la selva para identificar a quienes de día son meros campesinos y a la noche se trasforman en peligrosos delincuentes.

Nunca el mal superó por mucho tiempo al bien. Ya pasó  más de una década desde aquel primer penoso secuestro, a lo largo de los años, estos grupos subversivos no hicieron más que sembrar el terror, a fuerza de asesinatos, raptos, chantajes, cubriendo el cielo patrio de un de negro  panorama en repetidas ocasiones.

Es más que propicio el momento para que la FTC actúe sin contemplación hacia todos los grupos delictivos desde los motochorros hasta los narcotraficantes, los delincuentes si no operan en forma conjunta lo hacen en complicidad. Solo actuando con mayor firmeza se podrá dar fin al EPP, ACA y otros grupos que pululan en el norte del país.

Junto a la FTC, debe estar presente un soporte cívico-político, que confíe en este grupo operativo en post de la devolución de la paz al país.

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