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Lo que nos faltaba, arzobispo hace apología de la violencia

ASUNCIÓN.- Utilizando como tarima un congreso juvenil, monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción, se convirtió en un abierto operador político de Cubas e hizo una apología de la violencia diciendo a los chicos que “sean valientes como ese senador loco”. Por lo visto, para el pa’i, ser valiente es andar repartiendo cintarazos a los eventuales rivales políticos y agrediendo con lenguaje ofensivo a las mujeres.

Valenzuela tiene posturas bastante contradictorias. Por un lado parece no tener el coraje suficiente para enfrentar la realidad de la existencia de curas pedófilos, un cáncer que padece la Iglesia Católica, aunque él y otros se resistan a verlo; y por otro, considera símbolo de valentía el descontrol y la agresión. Están lejos los tiempos en los que la Iglesia hablaba de conciliación y paz.

Bastante incoherente, además, dijo que imiten a Cubas pero “evitando ofender o insultar”, cuando que lo único que hace el senador por la Cruzada Nacional es precisamente eso, ofender e insultar.

“Todos estamos convencidos de que nuestra sociedad debe transformarse. No podemos seguir como antes. El país necesita de jóvenes valientes. Esta semana nos llamó la atención la valentía de ‘ese senador loco’. Esa valentía tiene que ser de cada joven; no para ofender, no para insultar, sino para transformar nuestra sociedad con amor y con la fuerza de la verdad. Este congreso tiene esta finalidad”, dijo y sonó bastante delirante monseñor Valenzuela.

Porque es importante no olvidar que, más allá de que a alguno le pueda producir alegría que Cubas se ponga a “cintarajear” a algunos de sus colegas, es el mismo tipo que agredió, junto con su señora, en un diario, a las funcionarias de la Cámara de Senadoras, tratándolas a todas de prostitutas.

Los pastores de la Iglesia no pueden pegarse el lujo de poner como ejemplos a ídolos de barro. Ellos tienen la sagrada misión de transmitir valores que permitan hacer de los jóvenes hombres y mujeres de bien, honestos y respetuosos. Así que instarles a que sigan a alguien que tiene actitudes tan cuestionables y que, evidentemente, considera a la mujer como alguien inferior y que puede ser ofendida sin empacho, es un error garrafal. Claro que el arzobispo nos tiene acostumbrados a sus metidas de pata, pero eso no debe evitar que sigamos reaccionando ante ellas.

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