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Los dos chiflados

Jamás antes el Senado tuvo este nivel de… chifladura, por lo menos no en la transición que se inició con la caída de la dictadura. Ahora resulta que forman parte del plenario –uno legal y el otro trucho- dos chiflados que denigran aún más la imagen de una cámara que ya ha sido demasiado manoseada por sus integrantes.

Uno quiere quemar el Congreso (sería su segunda vez), con Silvio Ovelar adentro. El otro quiere hacer lo mismo con Cartes “y su camarilla”. Una fuerte disputa entre ambos senadores, para ver quién se queda con el título de… el mayor de los chiflados.

Paraguayo Cubas ha logrado poner en vilo a toda la cámara, espantada de que en cualquier momento, el representante de la “Cruzada Nacional” grite a alguien más que es un corrupto, un ladrón o una puta. Llevado al punto máximo de su descontrol, el jueves pasado amenazó con volver a quemar al Congreso, con el presidente de la cámara dentro. Y se le puede creer porque ya tiene experiencia en esto; estuvo imputado por la quema del año pasado, aunque la Justicia decidió que no había “elementos suficientes” en su contra, y lo liberó.

Así que lo mínimo que se puede decir de este personaje es que hay elementos más que suficientes para calificarle como un gran chiflado, y cada día que pasa va aumentando el convencimiento generalizado de que así es. Él mismo pretende burlarse de la situación, asegurando que “ya tomé mi pastillita”. Y de verdad así lo parece, pues sus cambios de humor son radicales.

El otro es más torpe en su actuar, ya que toda la misión que se propuso en la vida va en contra de una sola persona, el expresidente, y resulta más que evidente que todo su interés está en evitar que la Justicia y la lógica primen en algún momento en la cámara, y le saquen la banca que usurpa desde hace 3 meses.

Rodolfo Friedmann puede que sea más torpe ya que sus intenciones se notan a primera vista, pero tiene también un currículum que no lo muestra como alguien reflexivo y razonable. Hace poco tiempo que puso en jaque a todo el Departamento del Guairá, cuando presentó renuncia a la gobernación, y luego se arrepintió y dijo que había sido falsificada su firma; y después pareció pensarlo mejor y quiso salir, y luego volvió a arrepentirse. Y así, del tingo al tango, jugando con la ciudadanía guaireña de manera desvergonzada.

También tiene una familia bastante pintoresca; un padre que lo denunció como ladrón, lo que da la pauta de que no es que haya vivido en un hogar lleno de amor y buenas costumbres, por lo tanto tampoco es que pueda exigirle demasiado.

Además de chiflado es algo paranoico, pero, a diferencia de Cubas, puede resultar más peligroso ya que sus locuras tienen el aval oficial del presidente Abdo Benítez, lo que pareciera darle carta blanca para seguir con sus desatinos.

Debe ser por eso que decidió utilizar las redes sociales para amenazar al expresidente Cartes con quemarle, junto con su camarilla, en una plaza pública, sin temor alguno de que con eso estaba cometiendo un delito y dejando una clara prueba de ello.

Dos chiflados con vocación de incendiarios. Eso es lo que el nuevo Senado nos ofrece y tendremos que bancarnos durante 5 años (salvo que, en el caso de Friedmann, alguna vez prime la lógica y se le otorgue la banca al verdadero dueño, Cartes). No nos queda más que preguntarnos si este es el Parlamento que nos merecemos.

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