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Llega la época de encuentros y las interminables fiestas de fin de año, también de las típicas discusiones entre los adictos que defienden el título de “más borrachos del país y por ende del mundo”. Lastimosamente en estos círculos de amigos, excompañeros, excamaradas y familiares, ni los más ilustrados consideran los terribles daños que viene causando el alcohol.
No importa el nivel social, la jerarquía, el grado académico, la edad y últimamente ni tan siquiera el sexo, todos por igual se sienten con derecho y hasta con orgullo posar junto a una copa, latas, o botellas de bebidas alcohólicas, cuanto más numerosas mejor, para luego compartirlas en las páginas virtuales como un gran mérito.
Pero resulta mucho más absurdo aún, que los alcohólicos, sean éstos “adeptos” como “adictos”, discutan en qué región o ciudad existan más bodegas, como también en dónde se consume en mayor cantidad las bebidas espirituosas, así como dónde su comercialización es más exitosa.
Hace días, en los grupos de WhatsApp recorre un mensaje alentando a los compatriotas, motivando no a mejorar la educación, lograr una mejor producción nacional, elevar la autoestima juvenil, ganar más espacios para los de la tercera edad o los discapacitados, nada de eso, sino para ubicar a nuestro país como el principal consumidor del alcohol.
Es preocupante cuando se habla de cifras científicas que califican a los paraguayos entre los que más beben en exceso en el continente americano, junto a la población de los países caribeños como San Cristóbal y Nieves, República Dominicana, Venezuela y Trinidad y Tobago.
El porcentaje señala que el 64,7 % de los paraguayos beben en exceso. Los números son alarmantes así como las consecuencias para los adictos y terceras personas, fundamentalmente el entorno de los mismos empezando por sus respectivas familias. Son elevados los accidentes que terminan con víctimas fatales tras el consumo del alcohol.
Sólo en América, considerando las últimas estadísticas que tienden a elevarse, un total de 300 mil víctimas fatales se registraron debido al consumo excesivo del alcohol de acuerdo a los estudios practicados con el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Para la OMS y OPS, el alcohol se ha convertido en un flagelo que silenciosamente viene dañando directamente a los consumidores como a su entorno. Junto a episodios violentos motivados por ésta droga, más de 200 enfermedades son las mencionadas como ligadas a su consumo.
Aunque parezca increíble, tras un estudio minucioso en los Estados Unidos de Norteamérica, el alcohol genera el “depresentismo”, que consiste en la debilidad o pérdida de productividad que afecta a los trabajadores alcohólicos, capaz de causar una pérdida de un promedio de US$750 por habitante, reveló la OMS.
Tanto la OMS como la OPS recomiendan en cuanto al alcohol, regular la disponibilidad, restringir la comercialización, aumentar los precios mediante impuestos, prohibir la conducción en estado de ebriedad, limitar las publicidades así como el horario y días de venta entre las medidas más urgentes.
De nuestra parte nos resta erradicar de nuestra cultura ese “status” que damos al alcohol y alcohólico, antes que se convierta en un problema de Salud Pública mucho más grave para los paraguayos.
