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El luguismo avala crímenes terribles

La llamada “izquierda” paraguaya, agrupada mayoritariamente en el Frente Guasu, bajo el liderazgo de Fernando Lugo, se presenta como la máxima redentora de las causas populares y, por lo general, se pasa dictando cátedras acerca de la democracia, los Derechos Humanos, así como del respeto a la Constitución y las leyes. Casi no pasa un día sin que sus voceros hagan declaraciones sobre algún presunto atropello a las libertades públicas, al extremo de cuestionar últimamente la legitimidad de las pasadas elecciones, porque, según dicen, no se habría respetado la voluntad popular. En suma, parecieran ser uno “demócratas empedernidos”, pero solo en apariencias, a juzgar por los “modelos” con los que se identifican plenamente en el campo internacional, cuyos crímenes atroces encubren, así como por sus propias prácticas en la política nacional, violatorias de nuestro régimen institucional.

Tanto el exobispo, como sus lugartenientes, léase Hugo Richer, Esperanza Martínez y otros, se hallan adscriptos al llamado “Socialismo del Siglo XXI”; una síntesis de viejas ideas desempolvadas del populismo y del estalinismo, que se pusieron en práctica en algunos países de América Latina, con resultados verdaderamente catastróficos

Empecemos por Venezuela y su “revolución bolivariana”, que el luguismo tanto admira. Mientras el petróleo estaba por las nubes y, en consecuencia, había plata para derrochar, el chavismo logró satisfacer muchas de las necesidades postergadas de su pueblo, pero no fue capaz de desarrollar la estructura productiva, la que, por el contrario, desmanteló en forma meteórica.

La buena coyuntura cambió, la cotización del barril se desplomó y, en pocos años, del 2013 a esta parte, la situación de la nación caribeña se tornó trágica, como si se tratara de un país devastado por una guerra cruenta. El caos económico y sus consecuencias sociales se traducen en índices de pobreza nunca vistos en todo el continente americano, superiores al 80%. La inflación es tan elevada que ya resulta imposible cuantificar, no así su consecuencia, que es la pérdida del poder adquisitivo de los salarios a la velocidad del rayo.

En Venezuela, el desabastecimiento de productos básicos es algo rutinario, al igual que la inexistencia de un sinfín de medicamentos, con sus secuelas de hambre, enfermedades que se propagan y muerte; a lo cual se agrega la dolorosa migración de venezolanos, que huyen de su patria en masa, despavoridos, en busca de mejores horizontes.

Para completar la desdicha, la dictadura chavista de Nicolás Maduro, responsable de todo lo antedicho, respondió a la época de “vacas flacas”, muy flacas por cierto, de la única forma que su podrida concepción le permite: aniquilando las libertades públicas, persiguiendo implacablemente toda forma de oposición y, cuando el pueblo se manifiesta, reprimiendo, encarcelando y asesinando, como ya lo hizo con más de 200 venezolanos, a través de bandas paramilitares que actúan al amparo del terrorismo de Estado.

Así, un país rico, de larga tradición democrática, se hizo añicos y de todo aquello ya no queda ni el polvo, aunque para esta izquierda paraguaya, la del Frente Guasu, los causantes de semejante barbarie son todo un “ejemplo”.

Sigamos ahora con Nicaragua, que por razones de espacio nos limitaremos a señalar datos que a cualquier ser humano escandaliza: La dictadura de Daniel Ortega es responsable de 480 asesinatos políticos en los últimos 3 meses, perpetrados por bandas similares a las que operan en Venezuela, a los que se suman más de 2.000 heridos y centenares de detenidos.

El otrora comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, se corrompió muy pronto, cuando arribó por primera vez a la presidencia, convirtiéndose en un poderoso millonario. En su segundo “mandato”, que ya lleva 12 años y durará lo que logre sojuzgar a su pueblo, tiene a su esposa como Vice, concentrando en ellos la suma de todos los poderes. No “habla” con algún pajarítico, como Maduro, pero afirma como éste que la masacre es obra de EE.UU.

Otra paradoja de la historia. El sandinismo, que derrocó a una de las dictaduras más sanguinarias del continente, la de los Somosa, parió de sus entrañas a este monstruo, también reivindicado por  el luguismo.

¿Qué puede extrañarnos que en nuestro país, Lugo, ni bien se le presentó la ocasión, usurpó poderes de la Corte y del TSJE para inhabilitar por su cuenta a dos senadores,  para nombrar a dedo a otros dos que no fueron electos ni proclamados?

Pero de esto debemos extraer conclusiones y la principal de ellas es no tolerar que el exobispo, ni Richer, ni sus demás secuaces tengan el descaro de querer hablarnos del bienestar del pueblo y, mucho menos, de democracia. No tienen autoridad política, ni moral para eso.

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