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Máquina de impedir, siempre vigente

José Rojas.
José Rojas.

“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, es la frase más famosa de la novela El Gatopardo, de Giuseppe Tommaso di Lampedusa. Esta expresión de antología cabe en un intento por encontrar alguna explicación a la indestructible máquina de impedir, cuyos operadores están siempre ahí; agazapados con el palo en la mano esperando meterlos en la rueda.

Un proyecto positivo en Paraguay, que generará mano de obra; soluciones habitacionales o simplemente dar comodidad a la ciudad y sus habitantes, que parta del sector público o privado, siempre tendrá que lidiar contra la sinrazón de los elementos destructivos.

Leí en algún diario que una jueza de Villa Hayes habilitó a empresarios obscuros a que sigan utilizando los criminales buses chatarra. ¿La doctora María Justina Venialgo Zárate de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de Villa Hayes estará enterada del gran esfuerzo económico que están haciendo el gobierno y el empresariado organizado y formalizado por renovar el transporte público de pasajeros?

¿Le contaron que ya están en circulación más de 300 unidades y hasta enero se invirtió más de 15 millones de dólares en esta tarea? Si estaba enterada, es evidente que no le importó, o es que la movió intereses de otra índole; del tipo que casi nunca señales.

La jueza en cuestión habrá encontrado algún ‘error’ en el proyecto de renovación del transporte público y entendió, quizás, que es más seguro las unidades chatarras. No querría pensar en otra cosa. Ella representa a la vara de la Justicia.

No es nuevo suponer que la política criolla tiene bien aceitada la máquina de impedir. No existe ley; ampliación presupuestaria o una simple declaración o pedido de informes que no vaya acompañado de un plan maquiavélico. A veces con fines lucrativos y otras que solo busca trabar con el palo en la rueda, porque eso evitará votos al creador del proyecto.

Un ambicioso proyecto de construcción de viviendas de carácter social, el denominado Proyecto RC 4, en Zeballos Cué está a punto de ser frenado sencillamente porque dicen que quieren revisar los permisos ambientales y que la Municipalidad de Asunción no autorizó la construcción del complejo habitacional.

El diputado liberal Juan Félix BogadoTatter exigirá al Ministerio de Obras Públicas y al y a la Fiscalía que se detenga de inmediato las obras en aquella zona. Itaipú invirtió dinero y tiempo de sus técnicos para estudios medioambientales y construir los planos que garantizan el respeto de las ordenanzas medioambientales. ¿Se habrá hecho todo eso sin permiso del gobierno municipal?

Mil familias ven así que lentamente se están esfumando sus esperanzas de contar con un techo propio y abandonar las frías carpas y paredes de terciada levantadas en las veredas y plazas cada vez que el rio sube.

Pero eso no importa; lo relevante es que se debe trabar lo bueno, no debe prosperar un plan positivo y más aún si este es implementado por el gobierno; ‘porque eso asegura votos, y se debe impedirlo’. Gatopardismo de alto nivel.

Siempre tendrá un precio y estos varían según la envergadura del proyecto; desde un sencillo pases de factura hasta cobros de elevados montos por voto; pasando por cargos para amigos y amantes u operadores. A cualquier objetivo, siempre antecede la gran máquina de impedir; luego negociar o perecer.

Es fácil y atractivo ser opositor en Paraguay. Solo se debe aprender a encender la máquina que traba todo y el resto vendrá solo.

Los ciudadanos, aquellos emprendedores; sea del sector público o privado; aquellos que sostienen el país con su trabajo; aquellos facilitadores que crean cambios desde el sitio que les toca producir, caen en pozos de confusiones creados con talantes como el de la jueza de Villa Hayes o el diputado Bogado Tatter.

A los creativos se los identifica por su actitud de permanente positivismo responsable y como creen que todo lo que les rodea funciona con el mismo compromiso de seriedad y responsabilidad con la que ellos obran, terminan frustrados al chocar con otra circunstancia, víctimas de la máquina de impedir.

Afuera la realidad es diferente y tropiezan con el palo que traba la rueda; con la máquina de impedir. En ese contexto a diario comprueban cómo el fruto de su esfuerzo es destruido por intereses de sectores a quienes no les interesa que prospere el esfuerzo genuino.

La máquina de impedir no será destruida tan fácilmente; se requiere tiempo, más esfuerzos y sobre todo la reacción ciudadana contra los operadores de esa fragua maldita, y no solo a la hora de votar.

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