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Marito en su laberinto

Como si problemas no le faltaran, el presidente electo se metió en uno más, al anunciar la designación de Nicanor Duarte Frutos como director general  paraguayo de Yacyretá, cuya conformidad con la nominación merece por cierto un comentario por separado. Ocurre que al nombrar al expresidente en dicho cargo y solicitar para el efecto el acuerdo constitucional del Senado, Abdo Benítez echará por tierra, de un plumazo, todo su discurso  y el de los senadores de su movimiento respecto a que “los exmandatarios pueden ser única y exclusivamente senadores vitalicios”. ¿Y qué dirán cuando llegue el momento del juramento de Horacio Cartes como senador activo? ¿Que podría ser director de la represa de Acaray u ordenanza de alguna repartición pública, pero no ocupar el cargo para el cual le votaron cerca de 800.000 ciudadanos?

La cuestión es muy sencilla. Si Nicanor se halla habilitado para estar al frente de una binacional, significa que no está condenado a ser “solo” senador vitalicio por el resto de sus días. Es una cuestión de lógica pura, elemental, de esa que se aprende en el colegio. Pero  si es así, como dicen, la pregunta que jamás podrán responder es ¿por qué entonces impiden que jure como senador activo?

La respuesta es obvia. El problema, desde la óptica del “abdismo”, nunca fue Duarte Frutos. Este ha sido uno de sus grandes aliados en las internas coloradas, el que le daba algo de letra a su pobre discurso político y era anunciado en los actos como un atractivo, dada su indiscutida capacidad oratoria. El objetivo de la maniobra urdida por los añetete  siempre fue el líder de Honor Colorado, a sabiendas de que si juraba Nicanor no había forma de impedir que también lo hiciera HC, cuando culmine su mandato y desaparezca así la incompatibilidad que le afecta en el presente.

Por supuesto que ahora dirán cualquier cosa, en el afán de justificar lo injustificable. Recordarán que Duarte “ya fue  embajador”, lo que destroza igualmente el argumento de que los expresidentes solo pueden ser senadores vitalicios. Dirán que” él renunció al cargo honorífico”, lo cual implicaría que no se trata de una obligación eterna, ni que lo inhabilita para cumplir otras funciones, o cualquier otro disparate que los seguirá embarrando inexorablemente.

La verdad es que Marito y sus secuaces se metieron en camisa de once varas, en un complejo laberinto, sin salida alguna en el campo de la Constitución y las leyes. Una maraña de contradicciones que ellos mismos crearon, al violentar el Estado de Derecho y desconocer la voluntad popular, en lo que respecta a las bancas que le fueron birladas a Nicanor y a Cartes, sustituyéndolos por dos personas que no fueron electas por el pueblo.

En lo que concierne a Duarte Frutos y a sus funciones en el nuevo gobierno, no podemos dejar de señalar que  eso lo convierte en prisionero de las mismas contradicciones en las cuales incurren sus aliados del “abdismo”, pero con un agravante: Él denunció reiteradamente que fue objeto del secuestro de su banca, que quienes lo hicieron desprecian la voluntad popular, que fue un atraco a la voluntad del pueblo, que se violentó el Estado de Derecho, al desconocerse disposiciones de la Corte y del Tribunal de Justicia Electoral, etcétera, etcétera. Sin embargo, acto seguido, acepta el ofrecimiento que le hicieron los responsables de todo lo que condenó con sobrados fundamentos, lo cual deja en entredicho, por decir lo menos, su proyección política.

Estas son apenas las primeras consecuencias del andar torcido del equipo que se hará cargo del gobierno próximamente, que antes de nacer ya lleva el estigma no solo de la traición, algo frecuente en nuestra política, sino también del proceder contrario a la institucionalidad de la República. Y todavía falta un mes para que asuma…

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