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ASUNCIÓN.- A lo mejor por la algarabía reinante y algunos tragos encima, pero aun así, cuando el presidenciable añetete Mario Abdo Benítez, dijo en el cumpleaños de Juan Carlos Galaverna que este era su ídolo, mucha gente se asustó. Es que no es para menos, Calé es el papá de los violadores de la Constitución y los expertos en fraude. Presumir de tenerlo como ídolo pareciera casi un sincericidio.
Al hijo del secretario privado del dictador jamás le enseñaron el refrán de “Dime con quién andas y te diré quién eres”, aunque tampoco es que su amistad tampoco dignifique demasiado a quien se vea bendecido por ella.
Lo que ocurre es que si pretende presentarse ante el electorado colorado como un impoluto, futura víctima del descaro del oficialismo que está planeando “robarle las elecciones” no puede decir públicamente que tiene como su ídolo personal al mayor experto en robo de elecciones que tiene la historia de la transición democrática de este país.
Juan Carlos Galaverna fue uno de los responsables del único fraude electoral que se cometió en 25 años, desde que se integró el Tribunal Superior de Justicia Electoral, reconocido hasta en el exterior por su impecable trabajo en la organización y en el resultado de las elecciones generales y municipales en todo ese tiempo. Ni siquiera los tribunales electorales de cada partido fueron acusados de cambiar resultados de elecciones, todos, por supuesto, menos el colegiado colorado que en 1992 le dio ganador al perdedor, Juan Carlos Wasmosy, y decidió que era perdedor el ganador, Luis María Argaña.
Este fraude, que resultó un robo asqueroso a la voluntad del pueblo colorado y que fue el cimiento del terrible Marzo Paraguayo de 1999, fue reconocido por Galaverna, quien se confesó su artífice.
Este es el Calé Galaverna que fue bendecido como el líder del añetete que aspira dirigir los destinos de esta nación durante los próximos 5 años. Si así son los ídolos de Marito, quienes, obviamente, tendrán directa injerencia en su gobierno –en caso de conseguirlo- no podemos siquiera pensar en el luctuoso destino que nos espera a los paraguayos.
