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Más paraguayo que el tereré

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

No existe otra bebida más tradicional desde la antigüedad para el paraguayo que no fuese el tereré, desde el 2.011 Patrimonio Cultural de la Nación y Bebida Nacional del Paraguay, como se declaró en la Ley No. 4.261, como respuesta a iniciativas similares de argentinos y brasileños quienes desde hace años quisieron adueñarse de este singular estimulante medicinal.

Los indígenas guaraníes, desde hace añares ya consumían el tereré, que no tiene una etimología lógica, pero no se aparta morfológicamente a tantas palabras de origen nativo de la región que por lo general daban denominaciones onomatopéyicas a plantas, animales, alimentos y hasta a los fenómenos naturales como; Piri, Tetéu, Jagua, Chicharô o  Sununu.

Para los jesuitas, como los franciscanos y dominicos, los primeros religiosos quienes se llegaron para evangelizar a los naturales de Sudamérica, llamó poderosamente la atención el milogroso árbol del “Ka’a” (yerba mate más adelante “iles paraguariensis”, según el botánico y explorador francés; Augustin Saint-Hilaire en una sus publicaciones de 1.822).

Los primeros colonizadores y entre ellos los religiosos europeos quienes  observaron y valoraron al tereré lo bautizaron como bebida bendecida por Santo Tomás o Paí Zumé para los naturales. Ya era costumbre entre los nativos, según las primeras páginas escritas en el nuevo mundo, que en un fruto ahuecado con ayuda de tacuarillas usadas como la actual bombilla se servían la estimulante como refrescante bebida.

El ka’ay o yerba con agua se popularizó rápidamente superando las primeras fronteras inexistentes para llegar al viejo mundo y constituirse en uno de los primeros productos autóctonos exportados exitosamente. El valor a las misteriosas hojas provenientes del corazón de América del Sur, se quintuplicaron tras las primeras lecturas de los estudios del afamado botánico y explorador europeo, Saint-Hilaire, así como los que le precedieron.

En la actualidad, tanto en nuestro país como en grandes regiones de Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia y hasta Chile, no es novedad que en el verano se ingiera el tereré y con bajas temperaturas el mate caliente o el mate cocido.

Existen versiones que los mensúes, o cosechadores de la Yerba, tenían expresas prohibiciones de los capangas en usar la materia prima para elaborar sus bebidas, dando paso a las permanentes elaboraciones clandestinas con agua natural para no levantar sospechas. La bebida se popularizó durante la Guerra del Chaco, donde reemplazaba a la comida o resultaba una gran necesidad para colar las turbias aguas de los bañados.

Siglos pasaron para que el tereré sea valorado en la tierra donde se originó, pero luego de que tanto en Argentina como en el Brasil, se lo consideró en algunos Estados y Provincias como bebida tradicional. Aún es reciente la declaración como Patrimonio Cultural y Bebida Nacional del tereré pero gracias a los medios masivos de comunicación, cada vez tiene más adherentes el Día del Tereré, fijado como último sábado del mes de febrero.

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