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“Menjunje” opositor

Nunca antes la oposición se embarcó en una carrera tan confusa y desorientadora como la que viene llevando a cabo para integrar una alianza con miras al 2018. En las filas del PLRA, su titular, Efraín Alegre, un buen día amaneció creyéndose todopoderoso y se sintió no solo candidato indiscutido a la Presidencia de la República sino, además, el “gran elector” de su compañero de fórmula. Pero su primera opción, Mario Ferreiro, no prosperó. La segunda alternativa, su hermano Adolfo, tampoco. Y la tercera, surgida del seno de la misma familia, Guillermo, hijo del senador, aparentemente no le satisfizo, por lo cual fue a golpear las puertas de Miguel Carrizosa, del casi extinto Partido Patria Querida, del exministro de hacienda Dionisio Borda y otros, sin lograr ningún resultado. Mientras, el Frente Guasu hizo su “movida”, promoviendo la nominación de uno de los hijos de Humberto Rubín, Leo, reinstalándose como protagonista en tan complicada historia. Lo único que resulta claro de todo esto es que la oposición está envuelta en un tremendo embrollo.

Quien mejor definió la situación del frente opositor fue el liberal Carlos Mateo Balmelli, también aspirante a la primera magistratura. “Esto se está convirtiendo en una suerte de menjunje y no sabemos en qué va a terminar el tema aliancista… Esta alianza tiene muchos problemas, uno de ellos es la falta de trasparencia”.

“Menjunje”, ni más ni menos. Un término que no sale de las ciencias políticas, pero que bien puede ser utilizado como una categoría muy precisa para describir la realidad de la oposición. Menjunje en el radicalismo auténtico, más dividido que nunca, cuyo sector oficialista se maneja como “amo y señor”, al margen de la institucionalidad partidaria. Mejunje en la llamada “izquierda”, en la que Avanza País se enfrascó en una feroz disputa con el Frente Guasu en procura de ejercer su “hegemonía”. Menjunje en Avanza País, en el que la candidatura del tercer Ferreiro levantó polvareda y el P-MAS, uno de sus actores principales, parece estar de partida. Y menjunje en el Frente Guasu, en donde reina el desconcierto debido a que su dirigencia se dispone a celebrar una alianza con el partido que le defenestró del poder en el 2012, para colmo, en condición de segundones.

No hay programas, ni un plan mínimo en el caso de que se pusieran de acuerdo en torno a las candidaturas y, además, se produjera el milagro de vencer en los comicios. No hay nada de nada, solo las ambiciones personales, desmedidas y muchas veces desproporcionadas, tomando en cuenta el capital político que aporta cada uno de los actores.

Y lo peor del caso, ni siquiera se observa un mínimo de democracia en la conducta de la dirigencia opositora. Efraín, a cada paso, saca a la luz su torpeza y su profunda vocación autoritaria. Tomó las negociaciones respecto a la alianza como algo personalísimo, de su exclusiva competencia, profundizando todavía más la división de su partido, lo que representa un golpe bajo a las aspiraciones de la oposición de recuperar el poder político.

Algunos argumentarán que a los colorados no les va mucho mejor, pero ésta no es más que una verdad a medias, un consuelo de tontos. La ANR lleva en su seno el germen de la traición, eso es verdad. De resultar perdedor el senador Mario Abdo Benítez, lo más probable es que no reconozca los resultados y, de manera abierta o encubierta, haga “lo suyo” para dirigir la mayor cantidad de votos que le sea posible a la lista de Efraín o, por lo menos, para que una parte de sus electores se queden en sus casas.

El problema es que aunque eso sucediera, a la oposición no le bastará para alzarse con la victoria, como no le bastó en el 2008. Entonces, su situación era infinitamente distinta. Estaba sólidamente unida, bajo un liderazgo que generó grandes expectativas en amplios segmentos ciudadanos y en la sociedad podía palparse la sensación de que se venía el cambio.

Las cosas ahora son diferentes, muy diferentes. Lo que reina es el fraccionamiento, no hay liderazgo y lo que se percibe es un mal refrito de lo que ya se experimentó y resultó un fracaso. En otras palabras, la oferta electoral opositora no pasa de ser, al decir de Mateo, un simple…menjunje.

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