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ASUNCIÓN. Parece que a veces el crimen sí paga y el caso de Juan Arrom y Anuncio Martí es una prueba más que evidente de ello. Procesados por el secuestro de María Edith Bordón de Debernardi en el 2001, han recorrido el mundo durante los últimos años, libres como blancas palomas y sin pagar un centavo.
Primero permanecieron durante años en Brasil, en calidad de refugiados, y cuando se dieron cuenta de que las papas empezaban a quemarles porque Jair Bolsonaro no parecía dispuesto a seguir manteniéndoles, se fugaron a Uruguay, en donde lograron la misma calificación, y de allí, convencidos de que el mejor remedio para el olvido es la distancia, consiguieron la protección de Naciones Unidas para viajar a Finlandia, en donde permanecen, alejados del calor, la crisis y la justicia paraguaya.
Cualquiera con un “kuati’a” tan turbio se mantendría en silencio, intentando pasar desapercibido. Pero la prudencia y la humildad nunca fueron características de Arrom, quien ahora presume en sus redes sociales de paradisiacos paisajes nevados mientras en finlandés desafía al nuevo año, con la frase “Tulevat 2020! Venga 2020! Venha 2020!”.
Esperamos igual, que el 2020 venga, y con acciones concretas y efectivas del gobierno paraguayo, que hagan que los prófugos sean atrapados y el siguiente fin de año pasen en alguna de las “cálidas” cárceles nacionales.
