El luchador de peso pesado noqueaba a Sonny Liston, en el primer round.
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Muhammad Ali representaba algo más que el boxeo

Cassius Clay o Muhammad Ali (nombre que adoptó), convertido en  uno de los mayores deportistas del siglo XX, murió el sábado 4 de junio en un hospital en Phoenix (Arizona) a los 74 años por complicaciones respiratorias. Fue internado a principios de semana por problemas respiratorios, como consecuencia del Parkinson que sufría desde hace 32 años.

ASUNCIÓN.- Con él desaparece una de las figuras descollantes del deporte mundial, desde que se consagró campeón Olímpico en Roma, en 1960, y empezó una carrera que lo convertiría por tres veces como campeón mundial de todos los pesos. Fu una de esas figuras cuya trayectoria, desde los problemas sociales de los años sesenta a la llegada de un afroamericano a la Casa Blanca en 2009, define la historia reciente de Estados Unidos.

Cassius Clay en Louisville (Kentucky) en 1942, fue un negro golpeado por las humillaciones de la segregación que proclamó su identidad con orgullo. Un deportista locuaz que exhibía su ego sin modestia: “¡Soy el mejor! ¡Soy el mejor! Soy el rey del mundo”, dijo cuando ganó el campeonato mundial contra Sony Liston. La revista El Gráfico, de esa fecha, publicó su foto en la tapa con la leyenda “EN LA BOCA DE CLAY CABE UNA CORONA”.

Un héroe deportivo que se convirtió a una religión extraña para la mayoría de sus conciudadanos y adoptó el nombre de Muhammad Ali que eligió él mismo. Su oposición a la guerra del Vietnam no fue sólo retórica: rechazó el reclutamiento obligatorio, fue sentenciado a cinco años de prisión y perdió el derecho a boxear.

El Tribunal Supremo le dio la razón en 1971 como objetor de conciencia, y pudo regresar al cuadrilátero, donde participó y venció en dos combates extravagantes y legendarios: el Rugido de la selva en Zaire (actual Congo), en 1974 contra George Foreman; y, al año siguiente, en Manila, contra Joe Frazier.

Se retiró a comienzos de la década del ’80 y se dedicó a las causas humanitarias. Poco después le detectaron el parkinson y con los años se convirtió en una figura universal celebrada por blancos y negros, de derecha o de izquierda. George W. Bush le condecoró. En los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996, fue elegido para encender la pira olímpica, como un símbolo del entendimiento, la paz y el amor internacional.

Curiosamente, cuando Barak Obama comenzaba su carrera política, tenía en su oficina  la fotografía de la pelea entre Clay y Sony Liston. El que será presidente de los EE.UU. declaró entonces que “Muhammad Ali representaba algo más que boxeo”.  Ahora ya es leyenda… una de esas leyendas deportivas que jamás serán olvidadas.

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