Inicio / La visión de ADN / Naciones Unidas y la tragedia Siria

Naciones Unidas y la tragedia Siria

Ayer arrancó una nueva edición de la Asamblea General de Naciones Unidas. Tal como estaba previsto, la atención principal gira en torno a la tragedia por la que atraviesa Siria y la ruptura de la tregua pactada por Rusia y Estados Unidos; temas que vienen siendo encarados con una elevada dosis de cinismo por parte dedichos actores, pues ni al uno ni al otro le importa en lo más mínimo el pueblo sirio, que sufre la crisis humanitaria más tremenda de nuestra generación, sino el control geopolítico de la región, clave para sus intereses. Desde que se inició la guerra civil, en marzo del 2011, ya suman más de 300.000 muertos, 1.900.000 heridos y 5.000.000 de “desplazados”, la mayoría de los cuales sobreviven en condiciones infrahumanas en campos de refugiados instalados en países limítrofes y quienes, en el 2015, recibieron solo un cuarto de la ayuda que la propia ONU considera indispensable, con el agravante de que ahora se halla suspendida.

Desde hace 5 años y medio, los sirios sufren la persecución implacable del régimen de Bashar Al Asad, a lo que se suman los bombardeos de los Estados Unidos  y sus aliados (Gran Bretaña y Francia), supuestamente para derrotar al dictador, así como los de Rusia, en este caso para defenderlo.Y por si eso no fuera suficiente, también son blanco frecuente de las fuerzas del Estado Islámico (ISIS), conocidas por su brutalidad extrema, Al Qaeda y otras organizaciones fundamentalistas.

A modo de antecedente, vale mencionar que la población siria está compuesta mayoritariamente por “sunitas”, quienes representan el 85%, mientras el 15% restante son “chiítas”, sector al que pertenece Asad. Cuando se dio inicio a lo que se conociera como “la primavera árabe”, que derribó los gobiernos de Egipto, Libia y otros, el de Siria desató una represión salvaje para evitar correr la misma suerte. Ante esto, las potencias occidentales, más Turquía, dijeron entonces que la salida del dictador era innegociable y emprendieron sus planes bélicos. Irán movilizó tropas para defender al gobierno, Rusia de hecho ya tenía bases militares en Siria y China se posicionó del mismo modo, configurándose así un conflicto de gran escala entre un bloque de Oriente y otro de Occidente.

Sin embargo, sería un completo error pensar que la raíz del conflicto es “democracia” versus “dictadura”. El problema de fondo, cuando no, se llama petróleo, así como el lugar estratégico en el que se encuentra Siria, con puerto sobre el Mediterráneo, que bien puede ser el conducto a ser utilizado por los países petroleros, para transportar hasta el mismo, sin necesidad de hacerlo a través del Canal de Suez, controlado por las potencias occidentales.

Ahora bien, desde la cumbre de Naciones Unidas del 2014, Occidente ya empezó a abandonar la idea de derrocar a Asad y, a cambio, empezó a posicionarse a favor de una salida negociada, en el afán de estabilizar una región que está en guerra y que podría convertirse en escenario de conflagraciones de mayor magnitud, mientras que las ínfulas imperiales del ruso Vladimir Putin, al puro estilo de los Románov, hizo que se convirtiera en el protagonista principal del bloque que sostiene a Asad a cualquier costo.

En este contexto, es poco probable que la ONU adopte medidas prácticas para poner fin al infortunio del pueblo sirio y liberarlo del régimen criminal que lo oprime. Las expectativas, por así decirlo, más bien se cifran en hallar algún punto de equilibrio entre Rusia y los Estados Unidos, de manera a que ambos resulten beneficiados del “status quo”, que en la práctica significa darle la espalda a los sirios, dejando al desnudo la hipocresía de las grandes potencias.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …