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¡Que nadie nos escupa en el asado!

Paraguay hizo los deberes de manera magnifica con el tema de la carne. Los resultados están a la vista con la cuasi certificación para la exportación nada menos que a los EE.UU., un destino Premium por donde se lo mire, por el volumen y por el prestigio que implica para el país ingresar a un mercado tan exigente como el norteamericano, que tiene mil trabas de todo tipo para proteger todos sus rubros de exportación, entre los cuales figura la carne vacuna en uno de los primeros lugares.

Fue un proceso largo y engorroso que duró casi una década donde paulatinamente-y de manera extraña en este país-se logró una suerte de simbiosis entre el sector privado y el sector público que fue escalando paso a paso en la pirámide de los buenos resultados hasta llegar a la cima donde se encuentra ahora nuestro país.

Los ganaderos invirtieron en mejores haciendas, en tecnología, en genética y lograron resultados realmente plausibles. Los empresarios invirtieron en grandes frigoríficos que no tienen nada que envidiar a establecimientos de otros países, donde los operarios, los “carniceros” en buen paraguayo, parecen astronautas de la NASA, antes que manipuladores de carne vacuna.

El Estado finalmente potenció el SENACSA y todo el sistema de vigilancia y  vacunación contra el mal de todos los males en esta materia: La famosa fiebre Aftosa.

Los resultados están a la vista y como dice la canción…”todo el mundo está feliz…”

Pero, lamentablemente no debemos perder de vista nunca, que toda esta idílica situación puede desplomarse como un castillo de naipes, de manera terrible, espantosa, con la más mínima denuncia de un brote del famoso  mal que es visto a nivel mundial casi como una de las siete plagas del mundo antiguo.

El SENACSA debe ser más draconiano al respecto. Está haciendo bien su papel pero le falta una disciplina más a fondo respecto a este drama, ser más mal pensados,  drásticos, cortar la mano al funcionario corrupto que vende un certificado, integrar una suerte de “escuadrón de la muerte” que recorra las zonas de frontera seca, sobre todo con el Brasil y tener a mano cargado y amartillado el rifle sanitario para sepultar de inmediato cualquier caso sospechoso de la maldita plaga.

Brasil es un vecino complicado, que toda su vida le jugó mal al Paraguay. Así que no sería raro que, de pronto, si recupera su necesidad de exportar el rubro, ahora está quebrado, “fabrique” una situación en la frontera con nuestro país, para mandar todo al diablo y sacar provecho para su propia hacienda.

Que nadie se rasgue las vestiduras por lo que afirmamos. Ha ocurrido así a lo largo de la historia, desde la Triple Alianza, pasando por el saqueo de todos los recursos naturales del Paraguay que han sido depredados salvajemente por los herederos de los “bandeirantes”.

Paraguay debe proteger este logro con uñas y dientes. No permitir que nadie nos lo arrebate. Nada de candidez ni cholulismo.

Y deben “ponerse” todos los que se benefician con  el negocio. Dotar al SENACSA de todo lo que se necesita, vehículos, insumos, sueldos apropiados, etc. Una institución raquítica con funcionarios mal pagados es el caldo de cultivo perfecto para el fracaso.

La carne paraguaya conquista al mundo. ¡Que nadie nos escupa en el asado!

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