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Narco-conferencia

Ni en países tan o más corruptos que el nuestro, como Argentina y Brasil, ocurre un hecho de esta naturaleza, no hablemos ya de Alemania, Inglaterra, Francia o los Estados Unidos. Pero acá, sí. Marcelo Pinheiro, alias “Piloto”, reconocido narcotraficante de origen brasilero recluido en la ex Guardia de Seguridad, convocó a una rueda de prensa y las autoridades le otorgaron la autorización pertinente, además de brindarle todas las “comodidades” para que ésta se efectúe. Y  hasta ahí fueron los medios, convertidos en vulgar polea de transmisión de todo lo dicho por el peligroso criminal, en vivo y en directo, por espacio de… ¡dos horas!

No es la primera vez que esto sucede. Hace algunas semanas ocurrió algo parecido, solo que fue una entrevista “pautada”  con un solo medio, del Grupo Vierci. En ese caso la estrella fue otro narco, Reinaldo “Cucho” Cabañas. Un auténtico bochorno, el protagonizado entonces por el periodista Santiago González, cuyas preguntas no superaban a las que pudiera haber formulado un chico de secundaria.

Ambos casos tienen un denominador común, a saber: los acusados de pertenecer a la rama más sanguinaria del crimen organizado, se pasearon como Pedro por su casa, dijeron lo que se les vino en gana y la prensa se limitó a transmitir todo lo que éstos quisieron, mostrando así uno de sus peores rostros, amarillista y mediocre. Una prensa que, evidentemente, no mide las consecuencias de sus actos o, peor aún, que pareciera dispuesta a celebrar “acuerdos contractuales”  con cualquiera, si hay dinero de por medio, aunque se trate de mafiosos que están tras las rejas.

No alcanzamos a comprender la actitud de las autoridades. Ni de las que están al frente de las instituciones en las que guardan prisión “Piloto” y “Cucho”, ni la de los jueces que llevan adelante sus respectivas causas, ni del ministro de Justicia, ni la del propio Presidente, quien no toma nota de estos graves hechos. Pero que resulta sospechosa, por decir lo menos, no cabe ninguna duda, pues lo que se esperaría es que mantengan a los bandidos de alto riesgo bajo siete llaves y, en el caso del brasilero, que lo entreguen cuanto antes a las autoridades de su país.

¿Por qué no lo hacen?  Para el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, la “libre comunicación” de los narcos les habilita a realizar declaraciones de prensa e, insólitamente, trajo a colación que “hasta Pablo Escobar daba conferencias” y, acto seguido, citó como fuente a… Nexflit. Lo que no dijo el secretario de Estado es que el famoso capo mafioso las hacía las hacía en Colombia, donde el narcotráfico había permeado todo el aparato del Estado y desde la cárcel que él mismo había mandado construir para después “entregarse”, y también poder  fugarse, como de hecho lo hizo cuando corrió el riesgo cierto de ser extraditado a los EE.UU.

Tampoco dijo que los privilegios de Escobar en dicha cárcel, denominada “La Catedral”, obedecían a que  directivos y guardias recibían sobornos para dejar que el jefe del cartel de Medellín siguiera “operando” con total normalidad y llevara una vida por demás cómoda, con la complicidad de jueces y políticos de distintos plumajes, como Villamayor podrá corroborar en los informes oficiales, no solo en películas.

Algo está mal, pero muy mal en todo esto. Algo huele a podrido. Los medios de prensa, por razones de ética elemental, no pueden prestarse al juego de la mafia y los que lo hicieren, tienen que ser denunciados de manera implacable, por demostrar con ello que están infectados por el virus letal del narcotráfico. Lo mismo en el caso de las autoridades nacionales, de la jerarquía que fuere, si mantienen los inaceptables privilegios a los bandidos que representan un peligro para la seguridad del Estado.

O lo hacemos ahora, en serio, o el costo que pagaremos después será tremendo.

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