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No da “puntada, sin hilo”

Los medios de comunicación y las autoridades del Estado de Paraná, Brasil, lindero al Alto Paraná (Paraguay), saludaron  con  alborozo el anuncio del desembarco de la cadena Hard Rock Café Internacional que ocupará  un enorme predio en esa fantástica ruta que lleva a las Cataratas y dará un formidable reimpulso a la industria del turismo de la que prácticamente vive toda la región, según dijeron en el acto en el que “saludaban” la tremenda inversión.

Ese complejo iba a instalarse en Paraguay.

Pero ABC dijo no.

El ladino Aldo Zuccolillo, el hoy desaparecido director de ABC, comerciante nato, tenía otros planes. No torpedeó salvajemente el proyecto del gobierno porque se le ocurrió. O porque vio ribetes de corrupción en el tema como denunciaba incansablemente su diario, en cientos de publicaciones sobre el tema, sino porque tenía un as en la manga.

Inmobiliaria del Este, una de sus empresas estrella, había comprado toda la zona cercana, lindera al posible segundo puente sobre el río Paraná, en la zona de Presidente Franco. ¡Qué lugar más hermoso y apropiado para llevar allí el complejo del Hard Rock Hotel!, soñaba el hombre.

La jugada no le salió, los ejecutivos internacionales  de la afamada franquicia miraron  al otro lado de la frontera, los rapais los recibieron con los brazos abiertos y el país…perdió una cuantiosa inversión estimada en 200 millones de dólares. ¡Qué bien le hubiera venido a la alicaída actividad comercial de CDE semejante inyección de dinero!

Pero AZ no se inmutó…a otra cosa mariposa, le dijo a sus escribas y cerró la página. Así de fácil.

Siempre guiado por su feroz instinto para todo tipo de negocios, de pronto olfateó otro megaproyecto que se le escapaba de las manos. ¡El Metrobús!, un vagón de dinero que no sería suyo. No podía permitirlo.

Lanzó inmediatamente la idea de un  “tren elevado”, donde tenía amigos que podían suministrar la tecnología requerida, pero no le dieron  pelota. Eso no podía ser. Jamás se lo perdonaría al gobierno de HC, encima le habían cortado la publicidad de Itaipú. Se lo haría pagar.

Encontró la veta perfecta en un puñado de deshonestos “frentistas” que no veían más allá de sus narices y los instigó a oponer todo tipo de trabas para que el asunto no se concretara, pese a que ya se había iniciado. No se podían  liberar a tiempo las franjas de dominio, había piquetes amedrentando a los obreros, un mar agitado, al que no estaba acostumbrada la constructora. Los trabajos se fueron atrasando, la situación  se fue complicando cada vez más hasta que sobrevino la debacle final.

¿Quién salió perdiendo? Nuevamente el país, esa multitud de personas que llega diariamente hacinada y sudorosa en los colectivos para trabajar en la zona céntrica. ¿A quién le importa? Si son además incapaces de defender un proyecto que les habría venido como anillo al dedo para solucionar sus dramas diarios.

El esqueleto de las obras está allí como mudo testimonio del daño que le puede hacer a una democracia, la existencia de medios como ABC, que conspiran brutamente de acuerdo al interés de sus propietarios, contra lo bueno que le conviene al país.

Lo peor de todo es que es un medio casi impune. Cualquier intento de enmarcar su actividad será denunciado a los gritos como un intento de cercenar la libertad de prensa.

Casi impune decimos. Los únicos que podrían sancionarlo son sus lectores, dejando de creer en sus campañas-basuras que los manipula como opinión pública con todo lo terrible que ello significa.

¡Entretanto, foi embora o Hard Rock Café!

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