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No repetir errores

El “destape” de la prensa como denominaron a este fenómeno en España, tras la caída del dictador Francisco Franco Bahamonde, quien según él, lo dejaba “todo atado y bien atado”, y los españoles lo desataron todo en menos de cinco años, también se dio en Paraguay tras la desaparición de la dictadura de Alfredo Stroessner.

La prensa largamente amordazada, amedrentada y perseguida de mil formas, de pronto se vio sin cortapisa alguno, un territorio casi desconocido para los periodistas quienes hasta entonces aplicaban  una férrea  autocensura para sobrevivir en aquel ambiente donde la libertad de prensa estaba súper restringida y era apenas tolerada por el régimen,  en tanto no cuestionara el “modelo”, ni denunciara sus prácticas aberrantes..

De pronto, un abismo, nada, desapareció todo. Uno podía decir lo que quería, opinar sobre lo que le viniera en gana, por supuesto criticar al Gobierno, al presidente, a quien fuera, sin que pasara absolutamente nada.

Rápidamente las radios y los diarios, al unísono, primero y luego poco a poco la televisión, fueron ocupando su lugar. Dominadores de la opinión pública, les marcaron la agenda a todos los gobiernos surgidos en la era democrática.

Lo hicieron bien, lo hicieron mal, en algunos casos si, en otros, no, pero todo el mundo hasta hoy prefiere medios de comunicación agresivos, hasta imprecisos e irresponsables, antes que controlados por leyes reguladoras que les impongan una camisa de fuerza.

Desde entonces –hasta hoy- jugaron un papel de primerísima importancia en el ambiente social paraguayo. Y muchos tardaron en comprender eso, lo manejaron mal y así les fue, Nicanor quien hizo una administración bastante aceptable tuvo que irse por la ventana, por ejemplo, porque pese a que era periodista pensó que “así nomás” podía manejar el asunto. Estaba muy equivocado.

Lugo lo entendió mejor y creó toda una red de medios del Estado,  trabajó bastante en ello, contrató colaboradores extranjeros que marcaron el camino a seguir.

Cuando cayó, todo eso quedó disponible.

HC entonces, nosotros lo consideramos así, piso el palito, no desbarató todo ese entramado, al contrario, lo utilizó en gran parte, incluyó a un par de académicos, los habituales vendedores de buzones, y le fue sumamente mal con la comunicación de su excelente gestión. “Pechos fríos”, luguistas en esencia, jamás se jugaron por él y dejaron el arco libre a los medios opositores que se dieron un festín.

Ante la inminencia de la administración de Mario Abdo compartimos esta reflexión.

El tema comunicacional es delicado, es difícil,  es cambiante, requiere de gran profesionalismo, coraje y todo tipo de recursos, si se quiere enfrentar con éxito la tarea.  Un gobierno nunca es bueno si no está bien comunicado, es uno de los axiomas en esta materia.

Ojala que esta vez se hagan mejor las cosas, esencialmente por la gobernabilidad, por el bien  del país, en suma.

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